Campos de Sport El Sardinero, Santander, Cantabria
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Este era quizás el concierto más esperado del año para los amantes del rock en Cantabria, ya que nos visitaba Muse, una de las bandas más importantes de lo que va de siglo, con actuaciones multitudinarias y que, además, solamente iban a hacer esta fecha en España, por lo que no es de extrañar que las entradas pare esté evento volasen en cuanto salieron a la venta
El concierto iba a tener lugar en los Campos de Sport del Sardinero, un campo municipal en el que juega el Racing de Santander, pero que suele aprovecharse menos para este tipo de eventos, algo que podría sopesarse para sacar más rendimiento a dichas instalaciones en las épocas en que no hay actividad deportiva y así llevar a cabo actuaciones como las de esta noche.
Desde luego que, pese a ser una de esas bandas a la que he seguido de manera intermitente, no quería perdérmelos por nada del mundo, pese a ser martes y en horario laboral, así que, una vez hechas las gestiones y llamadas oportunas, organicé todo para acudir a dicho evento, en donde iban a estar acompañados por los japoneses One Ok Rock y por sus compatriotas Royal Blood.
Mi idea era llegar con tiempo de sobra para saborear el ambiente previo y disfrutar de lo que se iba a vivir con esa ilusión de ir a ver algo especial y que es casi imposible que pueda volver a repetirse, pero, primero el tren llegó tarde, luego, por obras, había que hacer traslado en Maliaño y encima los tornos no iban bien, unido a la distancia entre uno y otro tren, más luego la espera del autobús, por lo que, cuando llegué a las inmediaciones del campo, ya había mucha gente y era la hora de inicio de la primera actuación.
Cartel
Y es que, mientras iba accediendo a mi localidad, ya estaba comenzando el concierto de One Ok Rock, una banda que supe que actuaban apenas unos días antes y de la que poco sabíamos hasta ese momento, pese a llevar ya 18 años en activo, estando compuesta por Takahiro "Taka" Moriuchi, a la voz, Toru Yamashita, guitarra y coros, Ryota Kohama, bajo y coros, y Tomoya "Tomo" Kanki, batería y coros.
Lógicamente, durante este tiempo han grabado un buen número de discos, 10 en estudio, siendo estos “Zeitakubyo”, del 2007, “Beam of light”, del 2008, “Kanjō effect”, del 2008, “Niche syndrome”, del 2010, “Zankyo reference”, del 2011, “Jinsei×Boku= “, del 2013, “35xxxv”, del 2015, “Ambitions”, del 2017, “Eye of the storm”, del 2019, y, su más reciente, “Luxury disease”, del pasado 2022.
One Ok Rock
Comenzaron su andadura con “Save yourself”, la que abre su actual obra, notándose lo bien que sonaba el cuarteto, pudiendo observar cómo Muse había dejado, igual que luego harían con Royal Blood, el uso de pantallas, rampas, luces y sonido sin cortapisas, lo cual me sorprendió gratamente, igual que lo hizo que fuera mucha la gente que estaba disfrutando con esta banda nipona, que continuó su descarga con “Deeper deeper”, de su trabajo de hace una década, una pieza muy pegadiza y potente y que logró engancharme definitivamente a lo que se estaba viviendo sobre el escenario.
Después de cosechar muchos aplausos, continuaron su actuación, ya que no tenían mucho tiempo y querían aprovecharlo, con “Taking off”, de su octavo álbum, que comenzó relajada, pero que luego se volvió más potente y pegadiza, con la gente disfrutándolo y es que se veía a muchos fans de la banda entre las primeras filas, para volver a ese disco que venían a presentar con “Renegades”, que empezó de manera pausada, pero que luego se volvió más potente y cañera, siendo muy celebrada por la concurrencia.
One Ok Rock
Buscaron en todo momento la complicidad de la gente, conscientes de que muchos no los conocíamos, pasando a interpretar “Neon”, también de su obra del pasado año, que se inició con ese sonido machacón, siendo una canción muy potente e intensa, con la gente muy entregada en las primeras filas, para, casi sin pausa, continuar en el mismo trabajo con la que le sigue, es decir, con “Vandalize”, con ese sonido crudo de guitarra, muy poderosa y con mucha fuerza, viéndose a la formación muy entregada y sonando con contundencia.
Y llegaba el final de su breve actuación, como nos dijeron desde el escenario, agradeciendo nuestra presencia y acogida, siendo el turno de “Your tears are mine”, también de su obra del pasado año, que fue muy celebrada en cuanto fue anunciada, con muchos móviles iluminando el campo, siendo una balada muy entrañable, con ese rollo más ochentero, pero sin perder la esencia tan actual de la banda y con la que pusieron el punto y final a su media hora de concierto.
One Ok Rock
One Ok Rock dieron una actuación muy breve, pero muy intensa y con la que gustaron mucho a los que no los conocíamos y haciendo disfrutar a sus seguidores, teniendo una gran acogida por un público que, en su gran mayoría, quizás no los conocía, pero que se dejaron seducir por la puesta en escena y la calidad de estos músicos japoneses que han recibido muchos premios en su país.
La música es muy agradable al oído y te atrapa fácilmente, combinando esas partes más intensas con otras más tranquilas, pero todo ello bien empastado y con un sonido bastante definido, en el que podemos encontrar una amplia variedad de estilos, aunque más centrados en la música del nuevo milenio, y, sobre todo, haciendo composiciones con gancho y muy bien interpretadas en vivo.
Una grata sorpresa estos One Ok Rock, que me gustaron mucho y demostraron, una vez más, la gran calidad de una escena, la japonesa, de la que apenas sabemos nada en esta parte del planeta.
En el cambio entre grupo y grupo ya se veía entrar a mucha gente, aprovechando el tiempo para ir al servicio y para refrescarse, aunque la bebida estaba a precios prohibitivos, pero tampoco era cuestión de morir deshidratados y es que hacía todavía mucho calor.
Y no hubo que esperar mucho para tener sobre las tablas a Royal Blood, ese dúo compuesto por Mike Kerr, voz y bajo, y Ben Thatcher, batería, que se fundaron hace 12 años y que, hasta el momento, han publicado los discos “Royal blood”, del 2014, “How did we get do dark?”, del 2017 y “Typhoons”, del 2021, además de Ep´s y demás, y en unas semanas saldrá “Back to the water below”, concretamente en septiembre de este mismo año.
A esta banda ya la había escuchado un poco, así que ya sabía, más o menos, lo que me iba a esperar, con un buen juego de luces detrás de la batería, comenzando con “Out of the black”, la canción que también abre su ópera prima, con ese sonido explosivo del bajo, muy potente y machacona y con un muy impactante final, continuando, como en dicha obra, con “Come on over”, saludándonos casi sin parar, siendo un corte con mucha fuerza, un sonido muy constante y en donde corroboraron la energía que desprenden desde el escenario, pese a ser solamente dos allá arriba.
Royal Blood
Se tomaron un ligero respiro, antes de continuar con “Boilermaker”, de su último disco publicado hasta la fecha, con un sonido muy intenso y juguetón, contando con una poderosa y potente batería y haciéndonos mover el cuello con esta pieza tan intensa, para viajar a su segundo trabajo con la genial “Lights out”, machacona y demostrándonos la grandeza y la calidad de su propuesta, siendo una canción que fue muy buen acogida y es que mucha era la gente que ya conocía a la formación.
Nos saludaron nuevamente antes de continuar con “Mountains at midnight”, uno de los adelantos que ya han publicado de ese futuro trabajo, el cual empezó con fuerza y contundencia, haciendo sonar con mucha intensidad el bajo y es que parecía mentira que allá arriba solamente hubiera dos músicos, para volver a su obra de hace dos años con el tema que lo abría, es decir, con “Trouble' s Coming”, que se inicia con ese sonido tan enigmático, con el bajo muy presente, un ritmo muy movido y con la gente disfrutando con ese sonido machacón, siendo una pieza muy pegadiza y con muchos brazos arriba para acompañar el sonido de la banda.
Royal Blood
No dejaron ese disco y continuaron con el corte que le daba nombre, “Typhoons”, sin casi parar, entrado primero la batería, siendo un temazo, de los que más escuchados tenía, muy pegadizo y movido y que fue muy celebrado, para, regresar a su ópera prima con “Little monster”, comenzando con una contundente batería y con todo el campo disfrutando y dando palmas con este tema, que contaba con muchos cambios de ritmo, lo que hacía que mantuvieses la atención durante el mismo.
Tocaba ahora un buen solo de batería, mostrando toda la contundencia de la misma, para dar paso a otro corte de su primer trabajo, “Figure it out”, que empezó con un ritmo constante y machacón, el cual te atrapa, haciéndonos levantar las manos, llevando ese ritmo constante, pero acelerándose en la parte final, para concluir de esta manera, y tras 45 minutos sobre las tablas, su actuación.
Royal Blood
Lo cierto es que el concierto de los Royal Blood se me hizo muy corto, demostrando ser una gran banda y que, con pocos instrumentos y mucha calidad, se pueden hacer grandes temas, como ellos mismos hicieron en esta ocasión, no echando en falta nada y tampoco sobrando nada, con unas canciones muy enérgicas y con mucha fuerza, pero siendo capaces de llenar ese sonido, en donde otros grupos hubieran necesitado de algún instrumento más.
Pero lo más importante son las canciones y éstas tienen mucha personalidad propia y demuestran que, pese a su enorme calidad y talento, lo primero es construir buenas composiciones y que lleguen a la gente, como quedó patente en esta jornada, donde la comunión con el público fue amplia, no necesitando de grandes discursos, sino que lo lograron solamente haciendo sonar sus instrumentos y con una gran sonido y puesta en escena.
Sin duda, Royal Blood es una banda que puede llegar todavía más alto y ese cuarto disco, que saldrá en unas semanas, puede ayudar a ello; os recomiendo seguirles la pista y, sobre todo, verlos en directo.
Y ya llegaba ese momento que todos estábamos esperando desde hacía meses, con los lógicos nervios y el estadio ya hasta los topes de gente, que aplaudía cada movimiento que había sobre el escenario, en especial cuando alguna persona del equipo técnico comprobaba que todo en la pasarela funcionaba correctamente, mientras la noche se iba acercando a la capital cántabra.
Todo el mundo sabe que Muse es un trío formado hace 29 años en Inglaterra y que está compuesto por Matt Bellamy, voz y guitarra, Chris Wolstenholme, bajo y coros, y Dominic Howard, batería, los cuales en directo están acompañados por Dan Lancaster, teclados, guitarras y coros, y que, hasta el momento, tienen publicados los discos “Showbiz”, de 1999, “Origin of symmetry”, de 2001, “Absolution”, del 2003, “Black holes and revelations”, del 2006, “The resistance”, del 2009, “The 2nd law”, del 2012, “Drones”, del 2015, “Simulation theory”, del 2018 y “Will of the people”, su último trabajo y que se editó el pasado año, sin contar directos, recopilatorios o Ep´s, entre otras cosas.
Y claro, toda esa tensión se desató cuando empezó a sonar esa intro llamada “Chant”, mientras se proyectaban unas imágenes por las pantallas, y ya todos enloquecimos cuando los músicos aparecieron e interpretaron ese “Will of the people”, con el que también se abre su actual disco, que fue un impresionante inicio de velada, con fuego y los músicos con esas máscaras que también utilizaban en el video, contando con un sonido muy potente y un fantástico juego de luces.
Muse. Foto: Julio Cesar Suarez
No había hecho falta nada más que una canción para que todos nos quedásemos con la boca abierta y nos hubieran ganado, pero es que aquello no había hecho más que comenzar, siendo el turno de echar la vista atrás, hacia su tercer disco, con ese instrumental “Interlude”, que, como en dicho trabajo, dio paso a “Hysteria”, un verdadero clásico y en donde los músicos empezaron a asomar por la rampa y haciendo que la gente gritase entusiasmada, sonando verdaderamente brutales.
Tras darnos las buenas noches, proyectaron un video con esa intro llamado “Drill Sergeant”, presente en su trabajo de hace 8 años, y que, como en dicho álbum, dio paso a la genial “Psycho”, con la que ya no pude aguantar más tiempo sentado y me puse en pie, una verdadera maravilla, con un espectacular juego de luces y que, como todas los temas que sonaron esta noche, gana un montón en directo, remontándonos a los orígenes de la banda con aquel “Bliss”, que se recogía en su segunda obra, con los teclados dándola inicio, para luego coger más potencia, siendo una canción muy pegadiza y que sonó de manera brutal.
De manera más relajada comenzó “Resistance”, del disco de similar nombre, utilizando una guitarra con luces, pidiendo que diéramos palmas, una pieza que luego se volvió más animada, con un impresionante sonido, muy pegadiza y con la batería mostrando toda su fuerza, para continuar con “Won't stand down”, de su más reciente trabajo, que también empezó calmado, pero que luego estalló, mostrándonos un tema muy potente y contundente, con esos parones, para luego recuperar dicha fuerza y empezar a asomar esos cañones de fuego tan impactantes y que tanto utilizaron durante el resto de la velada.
Usaron la revisión que han hecho Felsmann + Tiley de su tema “Kill or be killed”, perteneciente a su último trabajo, como introducción, con las imágenes proyectándose por las pantallas, a la maravillosa y esperada “Compliance”, también de su actual disco y que se llevó una de las mayores ovaciones de la noche, con toda la gente entregada y cantándola, mientras su vocalista paseaba por la rampa y la serpentina volaba sobre las cabezas de los presentes, continuando con “Thought contagion”, de su anterior obra, que empezó con mucha fuerza, siendo muy coreada, pegadiza y animada, utilizando mucho fuego, mientras los músicos paseaban por la pasarela central.
Muse. Foto: Julio Cesar Suarez
Ya de vuelta al escenario, éstos nos pidieron que usásemos las linternas de nuestros móviles para acompañarlos durante “Verona”, otro de los temazos que están recogidos en su último y gran disco, siendo uno de los momentos más relajados y tranquilos de la noche, aunque manteniendo esta intensidad durante toda la pieza y haciendo actos de presencia cañones de confeti, para que por los videos se viera y oyera esa introducción llamada “Interstitial Parkour”, que se fusionó con la genial “Time is running out”, de su tercer trabajo, otro de los cortes que más se esperaban, por lo que fue muy celebrado y cantado por todos los asistentes.
Aquello era un no parar y a la anterior la siguió “The 2nd law: Isolated system”, la que cerraba su obra del 2012, con la percusión en mitad del escenario y saliendo por los altavoces el sonido grabado de la misma, para viajar más atrás en el tiempo, concretamente a su quinto disco, con “Undisclosed desires”, bajando los músicos al final de la pasarela, siendo una pieza muy pegadiza y movida, pero con un sonido suave y con todo el mundo moviendo los brazos hacia los lados, con un estilo más cercano al dance que al rock.
Pero volvíamos a la caña, y lo haríamos con “You make me feel like it's Halloween”, precedido de ese sonido de organillo, un gran corte, recogido en su actual disco, con un impresionante juego de luces y un impactante e inquietante sonido, siendo un tema muy cañero y pegadizo, con el que todos disfrutamos, para, tras saludarnos de nuevo, ser el turno de “Madness”, de su sexto trabajo, que comenzó de manera relajada, pero que luego contenía partes más intensas, que fueron haciéndose más notables, sobre todo en la parte final, y que les quedó muy bien.
Regresaron a su actual trabajo con la pieza que lo cierra, es decir, la genial “We are fucking Fucked”, que empieza de manera relajada, pero con mucha intensidad oculta y que luego va cogiendo mucha fuerza, con una batería muy intensa y haciendo acto de presencia más fuego, jugando con diferentes contrastes de ritmo, para luego dejarnos una acelerada parte final, realmente impresionante, y que me dejo con la baba cayéndome por la boca.
La versión Alternate Reality de “The dark side”, de su anterior trabajo, sirvió para relajar un poco aquello y como introducción a “Supermassive black hole”, de su cuarto disco, haciendo virguerías con la guitarra en la que era otra de las canciones más esperadas, muy animada y es que es un verdadero temazo, utilizando esa voz en falsete, para que la intro “Interstitial Driving”, con esos dibujos animados que aparecieron por las pantallas, sirviese de unión con “Plug in baby”, de su segundo plástico, con su guitarra luciéndose y con la gente enloquecida, utilizando una luces naranjas muy impactantes y manteniendo ese éxtasis que estábamos viviendo, cosechando una estruendosa ovación.
Muse. Foto: Julio Cesar Suarez
Pero, además de los temas de la banda, también había hueco para los de su cantante en solitario, como fue el caso de “Behold, the glove”, recogido en aquel “Cryosleep”, que Matt Bellamy lanzó hace dos años, con los músicos utilizando esos uniformes con luces, mientras tocaban esta pieza instrumental y recorrían la pasarela, para continuar con otro corte muy esperado, como era el caso de “Uprising”, esa canción que abría su quinto álbum, cantada desde la desde pasarela por su vocalista, con muchos efectos de luces y fuego, ganando intensidad a medida que ésta avanzaba y con una cañera y espectacular parte final.
La instrumental “Prelude”, de su obra de hace 11 años, con esos teclados tan grandilocuentes, dio paso a “Starlight”, de su cuarto álbum, con la gente dando palmas en esta tema tan movido y pegadizo, con mucha fuerza en determinadas parte y con el público cantando a capela y palmeando, mientras la banda se iba del escenario, no tardando mucho los asistente en reclamar la vuelta de los mismos, con insistencia, para sonar “Simulation theory theme” por los altavoces, del disco de Matt Bellamy en solitario, siendo seguido por aquel “JF”, de su séptimo plástico, una breve pieza que sirvió de nexo de unión con la genial “Kill or be killed”, ahora sí, la versión que aparece en su último trabajo, saliendo unas manos de los laterales del escenario, además de usar un gran juego de luces y mucho fuego, para esta poderosa y potente canción, con una espectacular puesta en escena y que quedó magistral.
Tocaron un fragmento del “Man with a Harmonica” de Ennio Morricone, a modo de intro, para dar paso a “Knights of Cydonia”, la que cerraba su cuarto disco, con una poderosa y cañera batería, teniendo un sonido interespacial, muy potente, con más llamas y un apoteósico karaoke, mientras la letra de la canción surgía por las pantallas, pasando a un bestial solo de batería final y apareciendo más fuego, poniendo, de esta manera, el punto y final a sus dos horas de actuación.
Simplemente espectacular el concierto que esta noche vimos de Muse, probablemente el mejor que he visto en mi vida en todo su conjunto, sonido, elección del repertorio, puesta en escena, interpretación musical, efectos, etc. etc. y eso que, desde mi posición, había algunas cosas que pasaba en el escenario que, al estar yo situado en un lateral, no podía ver, salvo por las pantallas, y así no te puedes hacer una idea real de lo que allí estaba ocurriendo.
Sabía que iba a ver un gran espectáculo, eso más o menos todos los teníamos claro, pero es que lo que allí vivimos desbordó con creces todas mis expectativas, ya no solo por la parte visual, que es impresionante, sino por las canciones, que crecen de manera total en directo, sonando como un verdadero puñetazo en toda tu cara y arrojando por el suelo la más mínima duda inicial que pudiéramos tener desde el primer segundo de su actuación.
Como ya dije más arriba, no había seguido la trayectoria en profundidad de la banda, pero salí de allí siendo un fan absoluto de la misma y con la convicción de que había visto una actuación que es difícil que nadie pueda superar.
Mientras salía del escenario con una sonrisa de oreja a oreja, como casi todos los que allí estábamos, noté que estaba lloviendo un poco, algo que no me importó en absoluto después de lo que acababa de vivir, adquiriendo el último CD de Muse en su puesto de merchán y repasando en mi cabeza aquella tarde noche, que ya iniciaron de buena manera One Ok Rock, dando luego Royal Blood un paso adelante más y con los Muse sentando cátedra, con una velada inolvidable para todos los que la habíamos disfrutado y que será difícil se vuelva a repetir en nuestra tierruca. Sin duda, se hablará durante mucho tiempo de lo que ocurrió ese 4 de julio en los Campos de Sport del Sardinero, cuando Santander fue la capital mundial del rock.