Los amantes de la música americana en estado puro tenían una cita ineludible este año en Las Noches Del Botanico, y es que una vez más, y no sé cuántas van, el festival madrileño no se quería olvidar de ningún estilo. El pastor John Misty y el grandísimo, en todos los sentido, Jake Smith bajo su nombre artístico, The White Buffalo, era la fecha de las fechas del estilo y no defraudaron en absoluto, como no podía ser de otra forma, si los conoces un poco no te sorprenderá en absoluto la afirmación
No hacia mucho que The White Buffalo estuvo en la capital presentando “Year of the dark horse” en La Riviera, pero esto era distinto, disfrutarlo al aire libre y en la atmosfera del Noches del Botanico se antojaba, y fue, magia total. Da igual que el bueno de Jake Smith pisara las tablas cuando aun un sol de justicia nos calentaba los cascos a todos, incluso da igual que este tipo sea un ave nocturna, una vez mas nos dejaron como si nos hubiera pasado una estampida de búfalos por encima. No era la primera vez que disfrutaba del impresionante trio, no seáis malpensados, que forman The White Buffalo, y es que es bestial lo de Matt Lynott a la batería y su compinche Tommy Andrews a la guitarra, bajo…y lo que le haga falta.
The White Buffalo
Ligeramente incomodo con el sol desde que sonó su primer acorde de teclados no paraba de mirar en esa dirección, Jake, hombre de pocas palabras fue desgranando temas de toda su discografía mientras no dejaba de tener gestos de complicidad con sus compañeros de escenario. Y es que ese nivel solo se adquiere con confianza, y de eso andan sobrados, sobre todo Jake que te traspasa con la mirada, no recuerdo muchos artistas con esa expresividad en el gesto y una mirada tan jodidamente intimidatoria, este si es de los que te dicen mas con una mirada que con una palabra, no quisiera verlo cabreado.
El que no los conozca y piense “bah, un trio, uno con guitarra acústica todo el rato…ahí no puede haber fuerza” …no tiene ni puta idea, y perdón por el exabrupto, pero es que es tremendo, y no hay más que ver como salto, cual muelle, una de las cuerdas de la guitarra de Jake incapaz de seguir soportando semejante maltrato. Si por algo es conocido The White Buffalo es por poner música a una serie de esas que hay que ver si o si, Sons of Anarchy, que cuenta con una base de fieles seguidores en nuestro país, por lo que no es de extrañar que el momento de la noche fue cuando sonó EL TEMA, asi con mayúsculas, “Come join the murder”, bestial demostración de cómo se pone la piel de gallina a todo un público. Tras poco más de una hora que se hizo muy corta, demasiado, se terminó el espectáculo con un detalle del que muchos deberían aprender, además de repartir púas y baquetas a los críos, y alguno no tan crio, que estaban en las primeras filas, Matt no dudo ni un segundo en bajarse al foso en lo que se adecentaba el escenario para John Misty y hacerse fotos y firmar a todo el que se acercaba para solicitárselo, un 10.
The White Buffalo
Tras una pausa para refrescarse era el turno de Father John Misty, espero que no moleste a mucha gente este comentario, pero, entiendo que por “éxito” el cartel estuviera de esa manera, pero, lo siento mucho, el orden estaba cambiado desde mi humilde opinión, y es que tras la tormenta llego la calma, yo tenía la sensación de pasar de ser atropellado a estar sentado en la carretera esperando a ver si me recuperaba. El bueno de Josué Michael (acá Father John Misty) basa gran parte de su encanto en sus letras y su excentricidad de movimientos en el escenario por lo que si no eres gran seguidor suyo y te has empollado las letras puede resultar algo “extraño”.
Father John Misty
En cualquier caso y dada la respuesta yo era de los pocos que me estaba sucediendo lo que os comento de darme ese pequeño bajón después de haber visto lo que había visto. Antes de que sigáis poniéndome a caer de burro, esto no significa para nada que lo que estaba sucediendo sobre el escenario del Real Jardín Botanico fuera malo, o carente de un sentimiento y escenificación genial, simplemente es que los platos del menú estaban equivocados y empezar por el postre te quita el hambre. Huyendo de los focos cual vampiro del sol, Josué iba haciendo las delicias de sus seguidores con su melosa voz y unos ritmos calmados y suaves que cautivaban e hipnotizaban al respetable.
Mas allá de estos pequeños detalles, sin duda lo que pudimos disfrutar esa noche fue una americanada, en el mejor y buen sentido de la palabra, total y absoluta, y es que en esto son unos maestros, de hecho, el estilo lleva su nombre, y ojalá podamos seguir disfrutando mucho tiempo en nuestro país de la música americana, country y demás derivados surgidos del país de las barras estrellas.