El Psichobilly Meeting es la pastilla roja de Matrix, una realidad nueva que se muestra impúdica. Los zapatos Tuk, las camisas Steady y los cuerpos tatuados en gentes aparentemente sacadas de otras épocas, maravillosas por cierto, se mezclan en un lugar sacado del tiempo y el espacio cada año. Aquí no verás una multitud grabando el momento, móvil en ristre. Aquí las manos sujetan cervezas, aquí verás gente hablando y disfrutando de los conciertos, del ambiente de una forma directa, sacando el jugo. En definitiva, viviendo el momento.
Las tiendas, ese adorable horror para los bolsillos, venden caprichos prohibidos en cualquier tienda y no tienen página web la mayoría, a Dios gracias. Es un lugar donde cada año la música se vive como un estilo de vida, más que como un consumible. Un lugar de encuentro que te atrapa y si no me crees te reto a que lo compruebes el año próximo. Como casi todos los años solo pudimos disfrutar de un día, que fue el sábado, espero tener más suerte en futuras ocasiones. A continuación, les relato lo que puede ver y puedo contar... Pasen y lean, no quedarán indiferentes...
Ambiente
El escenario principal se iluminó bajo un sol ya en retirada después de un largo día de verano. Una vez pudimos llegar estaban a punto de finiquitar su concierto The Jets. Los talentosos hermanos Cotton, conquistaban la audiencia con su legado musical. Desde 1980, han sido una fuerza imparable en la escena, cautivando a todos con su música. Phantom Hot Rod fue el primer tema que pude escuchar, cuando aún estaba en labor de ubicación. Con su inconfundible Rockabilly acelerado y cuidadas voces The Jets son una apuesta segura y eso lo demuestra su dilatada carrera. No podemos obviar que han compartido tablas con grandes como a Sir Cliff Richard, Shakin Stevens, Meatloaf, The Police, Boy George, Madness e incluso Led Zeppelin. Los Jets elevaron la temperatura con El Dimoni, para ir acabando la actuación con Raters! dejándonos con un inconfundible buen sabor de boca. La canción capturó la esencia misma de The Jets, mostrando su evolución y su capacidad para mantenerse frescos después de tantos años en la carretera. Con cada nota, los hermanos Cotton, dejaron su huella en el Meeting y listos para la próxima actuación.
Entre concierto y concierto había un pequeño escenario donde se sucedían actuaciones de 15 minutos que amenizaban la espera, ya sea para el siguiente grupo o para pedir en barra. En dicho escenario, llamado Hasil Adkins Stage, esa noche pasaron por allí, desde las 20:45 hasta las 00:45, Reverend Sea To Cat, Kid Marcos, Calamity Men entre otros. Si estás aquí un minuto sin música es por qué quieres.
The Jets
Una vez removido el mobiliario del escenario principal le llegó el turno a Gorilla, una banda que siempre cautiva en vivo. Formada en Budapest, Hungría, a finales de 1995, por los hermanos Pete y Tom Lukats, junto a Laszlo Gyori (alias Tubush), la banda se embarcó en un viaje desde el neorockabilly hasta el contundente psychobilly. El escenario se llenó de una energía contagiosa cuando Gorilla nos llevó a un recorrido por su ecléctico repertorio.
Célpont sirvió para romper el hielo y fue una embestida de pura perfección. El contrabajo, las guitarras y la voz se fusionaron en un torbellino de sonidos, llevando a la multitud a un estado disfrute colectivo. Una buena forma de empezar, a mi juicio.
La atmósfera se volvió aún más electrizante con Hotel Phamton, extraída de su álbum Too Much For Your Heart (1999). Si eso no bastaba para arrebatarnos el aburrimiento, Gorilla nos siguió demostrando su buen hacer con un toque de nostalgia. Gnome nos recordó los días de juventud y rebeldía, dejando claro que la esencia del psychobilly está presente en cada etapa de la vida de muchos.
Para cerrar su set con broche de oro, Gorilla nos brindó Coma, y, la impronunciable, Szóljon Hangosan Az Ének ambas del álbum Flamenco Death (2003) y con las que nos dejaron al límite de la locura y la excentricidad. La banda húngara marcó terreno demostrando que la perfección, el buen gusto y la técnica pueden fundirse en un caos armonioso.
Gorilla
El Psichobilly Meeting no acababa ahí, y la noche prometía ser aún más mágica con la llegada de los icónicos Bad Manners La legendaria banda, una de las responsables del 2Tone y el Ska Revival del 79 junto a Madness y The Specials, irrumpió en el escenario con una energía imparable.
Con su carismático líder, Buster Bloodvessel, al frente Bad Manners nos sumergió en un viaje en el tiempo con Lip Up Fatty, un himno del Ska proveniente de su álbum debut Ska 'n' B lanzado en 1980. Los ritmos jamaicanos y el espíritu rebelde del Ska llenaron el aire con la sección de viento y la multitud se entregó a un particular baile de San Vito sin restricciones y, por otro lado, inevitable a manos de la vitalidad rítmica y el desenfreno caderil que provocan. Imposible estar impasible ante este torbellino musical.
La contagiosa Special Brew, también del álbum Ska 'n' B, nos transportó a una era de fiestas y diversión desenfrenada. Con su combinación única de ritmos Ska y Punk, afianzaron su etiqueta de leyenda viva del Ska en la escena internacional.
Bad Manners
El reloj ya hacia un rato que había abandonado el sábado para morder la yugular del domingo cuando uno de mis tríos favoritos hacía gala de presencia en el entablado. Eran el plato fuerte de la noche y la culminación de un día largo de música para muchos, aunque bien es cierto que había mucha más expectación y ganas que cansancio en los rostros. Eran ni más ni menos que Nekromantix, dispuestos a repartir psychobilly sin piedad. El escenario se sumió en la oscuridad y una atmósfera embrujada se apoderó del ahora. La banda danesa, liderada por el enigmático Kim Nekroman, nos hipnotizó con su inconfundible estilo y puesta en escena. Los ojos se me llenan de sangre, como a Christopher Lee, cada vez que veo ese contrabajo ataúdico repartir notas. Reconozco una vez más que son una de mis debilidades favoritas.
La primera en sonar fue Wrecking Ball, del álbum A Symphony of Wolf Tones & Ghost Notes (2016). Nekromantix nos sumergió en un torbellino de emociones, un éxtasis generalizado y no exagero. El contrabajo resonó como un latido embrujado mientras la banda nos guiaba a través de su universo paranormal, henchidos de energía fantasmal.
Nekromantix
La intensidad creció con Brain Error dejando en claro por qué los Nekros son una fuerza dominante en la escena psychobilly. El magnetismo de Kim Nekroman y la ferocidad de la banda crearon un ente ectoplasmático del que todos nos saciamos esa noche. He de decir que el sonido tuvo algún contratiempo al inicio, pero que poco a poco fue subsanado.
Para deleitarnos aún más, Devil Smile, proveniente de su álbum Return of the Loving Dead lanzado en 2002, nos llevó a un viaje a través de la noche embrujada de psychobilly en el Meeting. No puedo nombrar todas las canciones sin eternizar el texto, pero en directo me pareció sublime Gargoles Over Copenhagen. La combinación magistral del contrabajo de Kim Nekroman, la guitarra de Franc, y la contundencia de la batería, aunque esta vez no era Rene de la Muerte (desconozco el motivo), hizo un concierto memorable donde se entrelazaron en una sinfonía macabra que nos envolvió a todos en su niebla particular.
Nekromantix
A medida que avanzaba la noche, la energía en el escenario y entre la multitud era inagotable. Ambos lados parecían retroalimentarse de sangre fresca en un contubernio sin fin. Brain Error nos sumergió aún más en el universo único de Nekromantix con su inconfundible estilo de psychobilly. Tampoco olvido otro de los momentos cumbre, y uno de mis favoritos, con Devil Smile. Una canción perfecta para desencajar cualquier esqueleto. Continuaron con la electrizante Sea of Red, para cerrar, con los últimos alientos, sonaron los acordes de Alive, del álbum Dead Girls Don't Cry, lanzado en 2004, y Who Killed the Cheerleader, otro himno de tremendo.
El Psychobilly Meeting había sido una montaña rusa de emociones y todas buenas, como siempre. Una travesía inolvidable a través del género Psychobilly y sus variantes. El festival se ha convertido por derecho propio, y no sin un gran trabajo detrás, en un paraíso para los amantes de la música y la cultura alternativa, donde la pasión y la autenticidad se celebran a cada paso, en cada momento.
La noche acabó para mi ahí, aunque aún muchas criaturas nocturnas seguirían disfrutando de más música. Por mi parte, ya deseo que llegue el próximo entre monstruos, aullidos y guitarras. See you soon Monsters!!