La gente del Escenario Santander nos tenía preparado, como aperitivo a mis inminentes vacaciones, un concierto de mucha altura, como era la presencia, en dicho local, de los norteamericanos Nashville Pussy, una banda a la que ya pude ver por tierras cántabras hará ya unos 16 o 17 años, cuando la Sala Tropicana de Santoña era punto de parada de grupos como Supersuckers o Backyard Babies... ¡qué tiempos!
La discografía de la banda es amplía y está compuesta por los discos de estudio “Let them eat pussy”, de 1998, “High as hell”, del 2000, “Say something nasty”, del 2002, “Get some!”, del 2005, “From hell to Texas”, del 2009, “Up the dosage”, del 2014, y su más reciente creación, “Pleased to eat you”, de hace 5 años, además de diferentes directos, recopilatorios, Ep´s y demás grabaciones.
Lógicamente, durante su trayectoria, que se inició en 1996, ha habido algunos cambios en su formación, estando actualmente ésta compuesta por Blaine Cartwright, voz y guitarra, Ruyter Suys, guitarra solista y coros, Bonnie Buitrago, bajo y coros, y Ben Thomas a la batería, que venían dispuestos a darnos una buena descarga de rock and roll salvaje y directo.
No había nada que pensar, pese a que ese día comenzaban las fiestas en Torrelavega, por lo que puse rumbo a la sala santanderina, a la que, curiosamente, hacía más de 4 meses que no acudía, pero eso iba a quedar solucionado esa noche, con la duda, de camino a dicha ciudad, sobre la asistencia que habría y el poder de convocatoria del cuarteto.
Nashville Pussy
Una vez dentro, pudimos comprobar que la afluencia era más que importante, lo que hace ver que es una de esas bandas que han calado en el corazón de los seguidores al rock del norte del estado, y eso que no son un grupo que esté de actualidad y que sus discos salen con cuentagotas, pero, los que ven a la formación en vivo, acaban por repetir y esa noche no sería una excepción.
Tras una espera de unos veinte minutos, algo no muy habitual en la sala, y con un toldo con la portada de su último disco de estudio de fondo, salía la banda, con una intro sonando y sin ningún tipo de alarde, saludando a la concurrencia, y arrancando con “Pussy's not a dirty word”, la canción que cerraba su obra de hace 9 años, empezando con fuerza y potencia, siendo una pieza muy intensa y con su guitarra solista tirada por el suelo, para luego dejarnos un gran solo de guitarra.
Precisamente fue Ruyter la que dio comienzo a “Piece of ass”, de su disco del 2000, tocado a toda velocidad, un tema muy rápido y pegadizo, de los más conocidos de la banda, con unos coros muy logrados y un sonido muy machacón, para, después de este breve corte, continuar con otro siempre muy esperado, como es su compañero de trabajo “She's got the drugs”, empezando en esta ocasión Blaine, con un inicio relajado, pero luego cogiendo mucha fuerza, siendo una pieza muy pegadiza y con un gran solo de guitarra a cargo de esa máquina de hacerlos que es Ruyter.
Volvieron a su anterior disco, esa obra que publicaron en él 2014, con “Rub it to death”, con un inicio relajado, pero que solo fue un breve amago, ya que estábamos ante una pieza animada y con mucha fuerza y velocidad, dejándonos una canción muy poderosa, con mucha contundencia, para pasar a otro de esos clásicos como es “Come on come on”, de su trabajo de hace 18 años, en el que nos explicaron como teníamos que cantar el estribillo, muy pegadizo y movido y con toda la gente coreando el mencionado tema.
Nashville Pussy
Regresábamos al año 2000 con el tema que daba nombre a su plástico de dicho año, es decir, “High as hell”, con ese comienzo tan guitarrero que tiene, siendo una pieza muy machacona y contundente, mientras celebrábamos esa descarga de adrenalina que nos estaba recargando las pilas tras otra insulsa semana de trabajo, para lanzarse a presentarse su siguiente corte, “The south's too fat to rise again”, avanzando hacía su obra del 2014, con un inicio fuerte y rápido, dejándonos con una canción muy movida y cañera.
Turno ahora para presentarnos a su bajista, antes de dar comienzo a “Gonna hitchhike down to Cincinnati and kick the shit outta your drunk daddy”, de su trabajo de hace 21 años, con, precisamente, Bonnie dándola inicio, siendo una canción muy eléctrica, potente y con mucho ritmo, para, sin casi parar, ser el momento de “Snake eyes”, que abría su primer disco, “Let them eat pussy”, tocada a toda velocidad y con ese poso a lo Motörhead, dejándonos una pieza muy corta y directa, y que nos hizo vibrar.
Tras algunos cambios y ajustes, un fragmento de música country sonó por los altavoces y dio paso a su versión del “(I wanna) Testify”, de Parliament, que también incluyeron en su último disco, la cual iniciaron con ese buen sonido de guitarra y con Blaine solo cantando, siendo una pieza muy intensa y cañera y a la que dieron un toque muy personal, para, recuperando su vocalista la guitarra, ser el turno de “Struttin' cock”, el corte que abría su trabajo del 2000, que arrancó con una batería machacona y luego con un contagioso sonido de guitarra, siendo una canción muy poderosa y pegadiza.
Nashville Pussy
Momento de sacar una botella de Jack Daniels y pegarla un par de tragos, antes de continuar en el mismo disco con “Go to hell”, con ese sonido relajado de guitarra inicial, siendo un corte lento y pesado, pero con fuerza y un ritmo pegadizo, acelerándose en la parte final, para acercarse más en el tiempo con “Pillbilly blues”, de su obra de hace 9 años, que fue unida a la anterior, con un inicio muy guitarrero, siendo una pieza muy rápida y pegadiza, que contó con partes muy intensas.
De nuevo Blaine se quitó inicialmente la guitarra para, sin dejar su trabajo del 2014, interpretar “Til the meat falls off the bone”, la cual empezó movida y animada, con ese sonido bailable y su cantante, más adelante, recuperando la guitarra en esa parte más intensa y cañera, con las guitarras echando chispas con su sonido, buscando la interacción de la gente y presentando a los músicos, mientras Blaine, de nuevo sin su guitarra, echó una cerveza en su sombrero y bebió de él, alargando el corte y dejando después todo el grupo el escenario.
Inmediatamente la gente pidió su vuelta y la banda enseguida regresó, preguntándonos si queríamos más, con afirmativa respuesta de la concurrencia, siendo la batería la que dio inicio a “She keeps me coming and I keep going back”, la canción con la que se abría su último disco de estudio, muy rápida, intensa y directa, para, sin casi parar, continuar con “Why why why”, de su trabajo del 2009, con esa cuenta inicial, siendo un corte muy potente y pegadizo y que fue muy coreado.
Pero todavía quedaba una bala en la recámara y ésta era el clásico “Go motherfucker go”, de su primer larga duración, que fue unido al anterior, un verdadero himno, con Ruyter totalmente desatada, revolcándose por el suelo, arrancando las cuerdas de su guitarra y tirándoselas a un público totalmente entregado, concluyendo así su velada tras, más o menos, una hora y cuarto escasa de actuación.
Nashville Pussy
Nashville Pussy dieron un grandísimo concierto, con un sonido aplastante y un ritmo realmente desenfrenado, recordándome a los directos más puros y salvajes del rock, haciendo que todos disfrutásemos con ellos y mostrando la autenticidad de su propuesta, herederos de la vieja escuela del rock, pero sonando muy actuales y sin perder esa esencia que vienen labrando en su ya larga existencia como grupo.
La verdad es que siempre viene bien un concierto de estos, directos, enérgicos y sin florituras, algo que te hace cargar las pilas y que no puedas parar de moverte con su música, tan cañera como elaborada y que, visto lo visto esta noche, sigue funcionado y causando sensación entre gente de diferentes edades, que disfrutamos de esta velada, con una Ruyter en plan estelar, aunque sin desmerecer la labor de nadie, ya que actuaron como un verdadero bloque.
Sin duda, Nashville Pussy es una banda que hay que ver y disfrutar en directo, como lo hicimos los que esta noche estuvimos en la sala santanderina.
Con el último CD en vivo de la banda debajo del brazo, me marché del Escenario Santander, realmente muy contento por el gran concierto de unos Nashville Pussy, que llegaron, arrasaron y se fueron, pero dejándonos una muy grata velada y la sensación de estar ante una de las ultimas formaciones auténticas de rock salvaje que quedan y todo ello gracias a la gente del Escenario Santander, que nos sigue regalando actuaciones de grupos de gran altura, como la de estos norteamericanos.