Un par de semanas atrás nos íbamos a haber acercado a Los Corrales de Buelna para ver en directo a Aurora Beltrán, pero, en previsión de lluvias, este evento se canceló y tuvimos que cambiar de plan, aunque ya sabíamos que la actuación de la cantante navarra iba a recuperarse el jueves 27 de ese mismo mes, víspera de fiesta en la tierruca.

Pese a llevar casi 4 décadas al pie del cañón, solamente había visto a la protagonista de esta velada en una ocasión anterior y fue en la segunda mitad de los noventa, en Torrelavega junto a Tahúres Zurdos, el grupo con el que tuvo más reconocimiento y que, como diría durante algún momento de la velada, todavía sigue en activo y con ganas de tocar.

Además de su extensa trayectoria con la mencionada banda y de un trabajo previo con esa formación llamada Belladona, la cantante y guitarrista ha publicado los discos “Clases de baile”, del 2008, y “Usiana”, del 2017, además del directo “Museo Púrpura”, de 2012, y alguna que otra grabación y colaboraciones varias.

Igual que hice el sábado de la semana anterior, allí me presenté, en la Plaza de la Constitución de Los Corrales de Buelna, dentro de ese ciclo “Los conciertos de la plaza”, que han estado organizando, durante todo el mes de julio, la gente de Escena Esenciales y el Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna.

Por una serie de cuestiones personales, llegué con el tiempo justo y pude ver como la plaza contaba con muy poca presencia de público, cuando, solamente cinco minutos después de la hora fijada, la protagonista se presentaba en solitario en el escenario, pidiéndonos que nos acercásemos, en el momento en que apareció, repentinamente, mucha gente de todos los lados, los cuales debían estar apurando los últimos tragos en los locales cercanos.

Nos recordó que el concierto iba a ser en formato dúo, pero que su compañera había dado positivo por COVID, por lo que iba a estar sola ante el peligro, comenzando con la conocida “Lujuria”, que aparecía en aquel mini álbum homónimo de Tahúres Zurdos, que se publicó ya hace 35 años, una buena y movida pieza, que sirvió para meternos en ambiente,

Turno ahora para un par de temas que estaban recogidos en su ópera prima en solitario, siendo el primero en sonar “Vida”, una bonita canción, con un sonido lento y relajado, y un estribillo pegadizo, pasando a recordar la perdida, horas antes, de la cantante Sinéad O´Connor, a quien dijo haber conocido y a la que dedicó este concierto, además de a todos nosotros, continuando con el corte que da nombre al mencionado trabajo, “Clases de baile”, muy movido y animado y que sirvió para que muchos conociésemos su obra al margen de su banda madre.

Tras mostrarse encantada de estar allí, volveríamos, precisamente, a Tahúres Zurdos con “Azul", del disco de igual nombre y que sacaron en 1996, animándonos a evadirnos de nuestros problemas y a tener sueños azules, otro clásico y bonito corte, que tuvo momentos muy entrañables, para continuar con dicha banda y uno de sus temas más reconocidos como es “Afiladas palabras", de aquel “Nieve negra” de 1991, sobre esa gente que muestra sentimientos que realmente no sienten, una preciosa canción, que fue muy bien recibida y en la que nos recordó aquella época en que se bailaban los lentos.

Volvíamos a su etapa en solitario, pero ahora con su más reciente disco, recordando su trasplante de riñón, que tuvo lugar poco después de la edición de este trabajo, y la insuficiencia renal que padecía desde hacía tiempo, por lo que compuso temas como “El mecánico de las almas”, en el que habla de cómo los humanos nos creemos superiores a los animales, un corte animado y con gancho.

Siempre mostrándose muy comunicativa y cercana, continuó en dicho trabajo con “La niebla”, en la que habla sobre el pequeño pueblo en el que vive, una canción muy relajada, pero que fue tocada con mucho gusto, para continuar en esa obra de hace 6 años con “Horas”, en donde se pregunta que haríamos si solo nos quedasen horas, con más fuerza, muy buena y pegadiza y con ese “tic tac” que remarca el paso del tiempo.

Tras preguntarnos qué tal estábamos, con afirmativa respuesta de los allí presentes, nos recordó que Tahúres Zurdos seguían en activo y que estarían encantados de tocar por allí, aunque se mostró también ilusionada por el formato con el que había ido esa noche, siendo el turno de un corte de la citada banda, “Él lo predijo”, de su disco “Árido” de 1992, un clásico y un verdadero temazo, que me trajo muchos recuerdos de aquellos años.

De vuelta a su primer disco en solitario, era el momento de “Silencio”, sobre la enfermedad más cruel que es el alzhéimer, tocada con intensidad, pero siendo una pieza muy bonita y que llega muy dentro, para reconocer que descubrió a David Bowie con 7 años, con la canción “Five years” y que la tradujo a su estilo para aquel “Tahúria”, de su banda principal y que aparecía en 1990, muy buena, con una gran letra y resultando muy animada.

A petición de uno de los presentes y aunque no la llamaba mucho la atención dicho corte, se lanzó a cantar un fragmento de “Otra noche sin dormir”, la canción que se llamaba como aquella gira que hizo junto a Barricada y Rosendo hace 15 años, para animarnos, ya que al día siguiente era fiesta, a tener “Una noche de amor”, también de aquel trabajo de hace 33 años y con el que algunos los descubrimos, quizás el gran clásico de esta formación, en el que pidieron que la ayudásemos a cantar, muy bueno y que fue muy coreado.

Nos habló sobre uno de los temas de actualidad, como era la polémica sobre  la paternidad no deseada de Bertín Osborne, para empezar a despedirse y pedirnos que tuviéramos mucha prudencia en la carretera a nuestra vuelta, siendo el turno de “La noche es... (Because the Night)”, su adaptación del corte de Bruce Springsteen, que registraron Tahúres Zurdos en aquella obra llamada “El tiempo de la luz”, del 2000, su último disco de estudio hasta la fecha, una canción que dijo haber destrozado, aunque en realidad es una pieza muy buena, animada y que fue muy cantada.

Nos comentó que podía hacer lo de irse y luego volver, pero que ella pasa de ese paripé, por lo que continuó recordando ese disco de hace 23 años, con “Mañana”, otra bonita y conocida pieza, con un estribillo pegadizo, para volver a recordar su época más complicada con la enfermedad, que reflejó en “Invicta”, el único corte inédito que recogió en su obra “Museo púrpura”, haciéndonos corear el inicio, una canción muy bonita y que incluso a ella la emociono en ese mismo momento, en pleno concierto y que habla de luchadoras como ella.

Durante muchos momentos del concierto se la había visto muy emocionada, pero en la parte final todavía más, despidiéndose definitivamente con esa declaración de intenciones, que es como presentó “Tocaré”, de aquel “Nieve negra” que grabó con Tahúres Zurdos, en donde, de nuevo, se emocionó e, incluso, dejó un rato de tocar y cantar, siendo el público el que la continúo.

De esta manera y tras casi hora y media de actuación, se despedía Aurora Beltrán, agradeciendo a la gente que la había llevado allí y a la técnica de sonido, viéndosela muy emocionada y entregada, después de haber dado un muy buen concierto, logrando conectar con todo el mundo y haciendo que los presentes disfrutasen y se emocionaran con ella.

Se mostró en todo momento muy cercana y comunicativa, con esa sinceridad y franqueza que la caracteriza, repasando clásicos, tanto de su etapa en solitario, como de sus trabajos con Tahúres Zurdos, y, aunque siempre se puede echar en falta algún que otro tema, lo cierto es que no sobró ninguno de los allí cantados, interpretados con la siempre carismática voz y personalidad de la navarra.

La verdad es que tenía muchas ganas de ver a Aurora Beltrán después de tanto tiempo sin hacerlo, y colmó con creces mis expectativas, por lo que, cuando vuelva, repetiré.

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De esta manera acababa este ciclo de conciertos, que ha tenido lugar en la localidad de Los Corrales de Buelna y que, esperemos, vuelva el próximo año, con actuaciones tan entrañables como los de este año, marchando de allí con el buen sabor de boca que nos había dejado una Aurora Beltrán que nos hizo sentir muchas emociones y ver nuestros sentimientos reflejados en buena parte de su velada y es que la música hay que sentirla y vivirla arriba y abajo del escenario.