Otro festival que se termina, acabose el Tsunami llegando a su tercena jornada, la de clausura y despedida, y hoy también quiero hacer un pequeño repaso a mi reflexión. Y es que, pasada la pandemia, este es otro de esos eventos que no se ha librado de la oleada de cambios, cancelaciones, modificaciones, en varios sentidos. Si el otro día hablaba de la sustitución del recinto, hoy me centraré en los grupos, y es que no han parecido ser tan dolorosos como en algún que otro año anterior. Si bien en el 2022 sufrimos la pérdida del plantel de bandas por parte de Sum 41 y Frank Carter (que este año sí que se resarció), y que eran bastante esperadas, en este año actual han sido menos punzantes, con un cambio de última hora, que, eso sí, ocurrió en esta misma cita del sábado, y de la que hablaré dentro de unos párrafos.
Hoy quisimos aprovechar la jornada del vermú, pues pintaba bastante animada, y aunque el primer grupo de Las Odio nos lo perdimos por su temprana actuación (si bien percibimos una errata en el cartel de la programación, pues estaban citadas a la misma hora que el otro grupo, a las 13:00, cuando no fue así), ni por asomo nos queríamos perder a los animadísimos y animadores Catalina Grande Piñón Pequeño, cuya fiesta todavía nos resonaba desde el vermú del Vintoro de hace unas semanas.
Ambiente
Con un directo loquísimo, a la par que entretenidísimo, los tres leoneses punk fandangueros, como ellos mismos se clasifican, lo dieron todo durante las horas previas al festival, como fue testigo el llenazo que protagonizaron en el escenario de la plaza mayor de Gijón. “Canción de odio” fue de sus primeros himnos en desfilar, y la gente empezó a moverse cada vez más cuando Rafa Nadal fue llamado a hacer un trato con su coche en “Véndeme el Kía”. El show quedó bien patente empezando por el traje de lentejuelas de David, y que se consolidó como uno de los frontman más divertidos y polivalentes con todo cuanto hizo ante nosotros: ¿escanciar sidra en un vaso? No, vamos a lo más original todavía, haciéndolo en una plancha, en un bebedero de pollos, en un orinal de hospital, y hasta con una escobilla del váter para bautizarnos a su manera. ¿Repartir cecina de untar como si fueran ostias sagradas mientras suena Personal Jesus? También.
Aquello fue un fiestón en la hora que duró, y con temas como “Estribillo pegadizo”, “Condones de cecina”, “Mis amigos de mierda” y “Los de la capi” para cerrar su set list, se quedaron bien a gusto con toda la que liaron. Hubo también momentos cercanos y sinceros, como una dedicatoria con rap a su mejor amigo, y una baño de masas entre el público con Riñones de leche dedicado a su padre. León no nos queda nada lejos, así que volveremos a ver a este trío, de eso estamos seguros, pues como ellos mismos dicen (y lo defenderemos a muerte), “lo mejor de Madrid es cuando vuelvo pá León.”
Ambiente
Un receso para escapar del calor y refugiarnos para reponer fuerzas nos llevó de vuelta al recinto del parque Hermanos Castro a las 16:30, cuando estaban terminando su directo Ezpalak, a quienes pudimos ver lo justo para captar algunas pinceladas de su punk euskera, y de quienes nos quedó patente, sobre todo, su marcada postura antifascista euskalherria.
Los punkys andaluces de La URSS tuvieron que vérselas con una afluencia de público menor que la que fue la habitual durante las dos jornadas anteriores de festival, algo de lo que nosotros también nos percatamos nada más acceder al recinto, pues estaba lleno de múltiples zonas vacías, con la mayoría del respetable cobijado bajo las sombras. Lo primero en lo que me fijé es en la actitud y la solvencia de Áfrico, su vocalista, pues demostraba una pavonería y una escenificación mestiza a lo Freddy Mercury y Mick Jagger, lo cual llamó mucho la atención de los presentes ante el escenario. Con temas como “Euforia” y “En verdad”, los tres cuartos de hora en las tablas se nos pasaron rápido, mientras el recinto seguía bajo mínimos de asistencia.
La URSS
Uno de los grupos más esperados para mí de esta edición, habían sido ubicados en una franja horaria que no les hacía ninguna justicia, pues su estilo es muy fiestero y bailable, y las 17:30 de la tarde en pleno verano, no era la más apropiada para disfrutarles. Los valencianos de Zoo saltaron al directo entre unas pocas filas de fans, entre las que era fácil colarse y posicionarse cerca del escenario, abriendo con uno de los temas de su disco del 2021, “Tir al ninot” dio el pistoletazo de salida a las sudadas que estaban por venir en esta hora. “La del fútbol” fue otro extracto más de Llepolies, y a partir de aquí, fueron cayendo los bombazos más conocidos, anteriores al último elepé.
Zoo
Y no tardó en llegar el espectáculo punk mezclado con techno y arreglos. “Vull”, “Faena”, “Impresentables” más larga de lo normal para fomentar los saltos, y “Estiu” nos cayeron encima casi sin darnos cuenta, y cuando reaccionamos, todos estábamos bailando como locos. También hubo reflexiones y críticas, pues el grueso mayoritario de sus letras es en valenciano, y no se iban a quedar callados ante la censura y la prohibición. “Panya” fue buena impulsora de esta actitud, pues sus rimas escritas el año pasado sobre el fascismo en España aportaron acidez a la bilis de Pantxo, que no se iba a quedar callado así como así.
Ya cerca del tercio final de su directo, y con unos cuantos pogazos que se habían ido formando según llegaba más público, sonaron las imprescindibles, las que más energía destilan, y “Ventilators” y “Tobogán” nos dejaron al borde del desmayo, pues por si fuera poco, Pantxo subió a la valla con esta última para acercarnos todavía más su potencia. Dado que fue su primera vez en Asturias, pese a los años que llevan ejerciendo como banda, esperamos que se animen a visitar estas tierras más a menudo.
Zoo
Y aquí es cuando llegamos a uno de los cambios más sonados de los que ocurrieron en el festival, como hablaba una página más arriba. Los californianos Descendents, una de las bandas más esperadas de cuantas había en el cartel representando el punk rock, no pudieron acudir a Gijón por cuestiones personales, algo que fue anunciado unas horas antes del sábado. Por tanto, la organización tomó la decisión de que los Lendakaris Muertos tomasen su testigo para ocupar el escenario principal en la franja que les iba a corresponder a los cuatro liderados por Milo.
Si bien este movimiento generó división entre el público (una gran parte del respetable pedía que fuera Bob Vylan quien les sustituyese), los cuatro navarros salieron igualmente cargados y chispeantes con todo lo suyo, a ocupar la hora entera del escenario Vibra Mahou con todos los temas que les diera tiempo. Y seguramente que no se dejaron muchos fuera, porque a dos minutos por pista, su set list fue bastante largo, con “Ni sí ni no ni todo lo contrario”, “El último txakurra” y “Fuimos ikastoleros” entre sus primeros compases.
Lendakaris Muertos
Ya sin rastro de la lluvia que llegó para despedir a Zoo y con algo más de gente, se fue notando el ánimo en el recinto, y para que aquello no decayera, “Pasau de rosca” y “Detector de gilipolleces” como combustible para la pena, con Aitor de aquí para allá que no paraba en todo momento, hasta cuando se subió sobre la valla en “Violencia en acción”. Al poco rato, un fallo en la guitarra de Iván provocó una coña en la que muchos ni repararon, y es que como la gente se lo estaba gozando igual, Aitor dijo
“Iván vete al camerino que no se dan cuenta”.
Y para el final, fueron quedando todos esos temas que, seguro seguro, hemos escuchado mínimo una vez en nuestra vida, aunque fuese de rebote. “Cómeme la franja de Gaza”, Se habla español”, “Héroes de la clase obrera” con Aitor colándose espontáneamente entre el público, micro en mano y buscando coros entre la gente.Con “Estamos en esto por las drogas”, hubo una referencia al señor Enrique cambiando los coros a “Estamos en esto por el Drogas”. Y para despedirse, apenas sin pausas y tan rápidos en su ejecución como siempre, “Veteranos de la kale borroka”, “Gora España”, “Eta deja alguna discoteca”, “Modo dios”, y obviamente, el momento que todos se saben, “Oso panda” con peluda compañía blanca y negra sobre el escenario.
Lendakaris Muertos
El siguiente grupo del cartel, en el escenario pequeño, se les quedó precisamente así, pequeño, y es que Authority Zero dieron un espectáculo que muchos de los desconocedores de la banda abrazaron con todas sus fuerzas. Con su última visita por estos territorios diez años atrás en el Resu, demostraron una energía muy poco común, mezclando rock con metal y hasta con reggae en muchas letras y ritmos, lo cual resultó en un baile tras otro y en multitud de aplausos y de gritos. Supieron cómo ganarse al público sobradamente con su mestizaje musical y el carisma de su frontman, que sabía perfectamente cuándo organizar circle pits y wall of deaths.
Incluso Jason, para el tema “Big bad world”, demostró tener muy buenas dotes a las cuerdas, ya que con guitarra en mano, aportó las notas melódicas y suaves necesarias para esas letras. Con “Liberateducation” y “Revolution” fueron perfilando el final de su directo, con un Brandon demostrando su control de las cuerdas de la guitarra. Sin embargo, algo estaba fallando, y es que su tiempo se había solapado con el de Enrique, por lo que, cuando Jason dijo “We have one more song”, fueron interrumpidos por el comiendo del bolo de El Drogas en el escenario principal, y nos quedó un sabor agridulce por no haber podido ejecutar una despedida en condiciones.
Authority Zero
El señor Villareal era uno de los artistas más esperados de hoy, teniendo en cuenta el espectáculo que lleva como etiqueta y que se deja la piel en cada directo de sus fechas. Y además, coincidiendo con la gira del 40 aniversario de Barricada, pues qué vamos a decir, que se dejó todo lo que tenía de energías en el cuerpo, repartidas hasta el último rincón del escenario. “En la silla eléctrica”, “Esperando en un billar”, “Barrio conflictivo”, “A toda velocidad”, fueron cayéndonos una encima de otra, y al igual que como decía unas líneas atrás con los Lendakaris, si eres ciudadano de este mundo, a la fuerza has tenido que escuchar alguna de estas por lo menos una vez en tu vida, fijo.
“No sé qué hacer contigo” fue su primera bajada hasta la valla para cantar con el público más fiel y cercano a él, y la fiesta siguió con “Rojo”, “Víctima”, y otra visita escaleras hacia abajo, enarbolando sus dos cachabas como si fuera un remolino enérgico. Uno de los temas más conocidos, “Esta es una noche de rock & roll”, dio comienzo a la recta final de su directo, que fue in crescendo con más nombres propios de su discografía: “Okupación”, “Todos mirando”, “No hay tregua”, y el esperado y previsto como el último de todos” En blanco y negro”. Su directo se vio salpicado por muy pocas interacciones con el público, que se contaban como escasas, y entre voces de “A gusto, salud!” y “Salud, y que nos dure”, son los mayores incisos que le podemos citar a Enrique. Mencionar también que acabaron más tarde de las 22:15, lo que les supuso pasarse de la hora marcada.
El Drogas
Entre este concierto y el siguiente, vimos un acto absurdo por parte de la organización, que ni nosotros como prensa ni los asistentes del público podían explicarse, y es que los controles de acceso no permitían sacar bebida a la calle en los vasos del festival. ¿Qué será lo próximo? Si ya de por sí estamos en desacuerdo con que no permitan introducir bebidas al festival (sobre todo, teniendo en cuenta los precios impopulares de las barras), esto nos pareció un despropósito, la verdad.
Pasando al siguiente tema, que no es otro que el cabeza de cartel del sábado, los suecos Hellacopters estaban ya calentando para salir en la noche gijonesa, y con un sonido de helicópteros que nos hicieron dudar de si realmente nos estaban sobrevolando, salieron en tropa, con la sensación de que el público era menos abundante que los dos días anteriores. Hubo un buen juego de luces durante casi todo el directo, y aunque la acústica no fue la más adecuada para su set list, tenemos que agradecer que no cancelasen la gira por la rotura de dos dedos de su guitarrista, a quien le sustituyó a las cuerdas un miembro de los 77.
Hellacopters
“Carry me home”, “So sorry I could die”, “Baby borderline” y “You are nothin’” fueron muestras de su recorrido musical de los casi 30 años que llevan constituidos como banda, y de cara al cierre de la casi cercana a la hora y cuarto que actuaron, nos dejaron caer “Soulseller” y “Reap a hurricane”, con otro vuelo pasante de helicópteros sonoros que nos hicieron mirar otra vez al cielo, por si era cierto que habían soltado aparatos voladores. Nos dejaron un gran regusto a sabor hard rock y unas pequeñas muestras de punk a su manera, si bien tuve la impresión de que algunas pistas, como las del teclado, fueron algo más anecdóticas.
Con todo esto, tres días en la mochila, despedimos la edición 2023 del Tsunami, ya veremos lo que nos trae el próximo año, sea lo que sea. Esperamos que, por pedir, volvamos a La Laboral, y que el cartel vuelva a ser más punk rock como en sus inicios (Offspring por tercera vez, por favor). Nos vemos, o veremos, por Gijón.