Hay finales de algunos grupos que parece imposible que lleguen algún día, sobre todo cuesta creerse esos finales, cuando en su día significaron inicios, los comienzos de muchas personas descubriendo bandas, como Desakato, que nos revelaban un abanico de géneros musicales en los que bucear.

Y eso es lo que muchas sentimos el sábado 11 de noviembre en el WiZink Center de Madrid, un final con mucha nostalgia. El último concierto de Desakato iba a suceder y nosotras estábamos ahí no solo para presenciarlo, sino también para vivirlo con la máxima intensidad.

Tras 20 años de carrera musical, el grupo asturiano daba para siempre su último adiós de los escenarios con un ‘sold out’ más que merecido.

Para esta despedida tan especial, la banda vino acompañada de Bellvitge y Smoking Souls. Aunque por cuestiones personales, desde la redacción no se pudo acudir a tiempo a Bellvitge. Así que espero tener otra ocasión para conocer en directo a este grupo.

Desde tierras valencianas, Smoking Souls vino a dar uno de los últimos conciertos de esta gira con la que han anunciado un parón indefinido, que esperamos que no sea muy largo.

Comenzaron desprendiendo mucha energía con “Fera”, “140K” y “Murs”, mientras el recinto ya se iba llenando.

Uno de esos hits que empezaron a animar más al público fue “Vida”. Aunque también hubo hueco para alguna canción más tranquila como “Volves de neu”.

Además, de una buena puesta en escena, Smoking Souls también tuvo tiempo para la reivindicación con una camiseta en la que se podía leer el nombre de su pueblo: Pego. Con esa camiseta apoyaban a los jóvenes antifascistas del municipio que se enfrentan a penas de cárcel de hasta nueve años por repeler a un grupo neonazi. Además, la banda dijo algunas palabras por la lucha antifeixista.

Sin duda, uno de los temas que se notó que la mayoría de gente conocía fue “Nit Salvatge”, en el que los coros en valenciano resonaron por todo el WiZink.

“La trinxera” y “Adéu” terminaron de dar caña y hacer saltar a todo un público que esperaba ansioso ese último baile de pogos que iba a comenzar en solo unos minutos.

Nadie pensaba que pasaría así de primeras, pero “Cuando salga el sol”, quizás el más himno de todos los temas, fue el elegido para inaugurar esta noche tan especial. Así que los saltos y la emoción se desataron desde los primeros acordes.

“Nueva religión” y “Tiempo de cobardes” siguieron ese ritmo acelerado y más hardcore que caracteriza al grupo.

Como no podía ser de otra forma, hubo tiempo para repasar el pasado con algunas canciones míticas como “Octubres rotos” y “A la soledad”, en las que todas esas personas que vivimos de alguna forma sus comienzos dimos el alma y el corazón.

“Nosotros éramos unos chavales de instituto en una escuela de música de su pueblo y que acabemos llenando el WiZink para nosotros es la hostia”, dijo muy emocionado Pablo, vocalista y guitarrista.

Dejaron claro desde el primer momento que querían que el concierto fuera íntimo y que por eso el grupo no contó con colaboraciones. Pero hubo una excepción con “Friu de Xineru”, un mítico tema en el que uno de los fundadores de la banda se subió al micrófono.

“Vamos a seguir luchando porque el asturianu sea oficial y que tenga los mismos derechos que el resto de las lenguas cooficiales del estado”, reivindicó.

El ritmo acelerado de la banda volvió a resurgir con la predominancia del disco de ‘La teoría del fuego’, del que se pudo escuchar “Columnas de humo”, “Heridas de abiertas” y “Animales hambrientos”.

Más adelante, se vivió otro de los momentos más emotivos, cuando Pablo le dedicó a todo el equipo “La casa del árbol” (fragmento que está dentro de la canción “Ritual”), un tema que escribió en su día para su hermano Pepo.

“Recordando los secretos de la casa de madera, cuando aún éramos pequeños y existir era una fiesta. No temíamos al mundo ni adorábamos banderas. Éramos como dos luces alumbrando entre la niebla y jugando a hacernos fuertes, o a decapitar princesas. Aprendimos a vivir”. Este fragmento hizo que se escapara alguna que otra lagrimilla entre los rostros de la gente.

También hubo espacio para canciones más actuales como “Humo negro” o “La cura”, que pertenecen al EP ‘Antártida’.

A modo de contraste, volvimos a los orígenes la banda con “Cada vez”, que sonó bajo un manto de lucecitas con las voces de público cantando al unísono. 

Y hay que destacar que, en temas como este, muchas personas echamos de menos las gaitas y, personalmente, me decepcioné un poco con que no las incluyeran a modo de sorpresa en este último directo.

Para la recta final, las canciones elegidas me parecieron más que acertadas. Una distorsión de sonidos dio el paso a “La tormenta”, y se desató una locura colectiva acompañada de pogos y saltos entre el público.

Con “Fueu y solombres” siguieron con la reivindicación del asturianu, y la frase de “Si'l fueu nun s'apaga, el viaxe nunca va acabar” tomó más sentido que nunca. Porque ese fuego que se ha creado seguirá vivo y seguirá sonando entre las y los fans.

“Pánico en Frankfurt” cerró por todo lo alto un conciertazo en el que la emoción estuvo a flor de piel constantemente. Además, personalmente, me encantó que acabaran con ese tema por la energía que desprende, por la época a la que pertenece del grupo y por todo a lo que me recuerda de aquellos años.

Y para rematar como canción final pusieron “Toda una vida”, de Antonio Machín. Otra joya perfecta para decirnos adiós, como si de una carta de amor a la música se tratara, a aquello compartido que traspasa los compases y que sentimos como algo colectivo.

“Gracias por hacernos parte de algún trozo de vuestra vida”, dijeron en sus últimas palabras de despedida. Gracias a vosotros por haber creado música en asturianu, por haber arriesgado con aquellas gaitas, y por haber llegado a los rincones de todo el país con vuestra música. ¡Puxa Desakato!