El pasado 8 de marzo, la formación madrileña Sôber dio inicio a la gira de conmemoración de su trigésimo aniversario. Y como no todos los días se cumplen treinta años (y no todas las bandas los alcanzan) había que celebrarlo por todo lo alto.
El lugar elegido, la plaza de toros de Las Ventas, donde alrededor de las 18:00 empezaban a congregarse unos cuantos afortunados que contaban con una entrada VIP que daba derecho a acceso temprano, a asistir a la prueba de sonido y al meet & greet.
Con absoluta puntualidad, las puertas se abrieron a la hora programada al público general y los tres mil asistentes al evento fueron ocupando el recinto acristalado del interior de la plaza. Resulta importante reseñar que si bien siempre es de agradecer estar resguardado del frío y de la lluvia en invierno; la nota negativa en cuanto al recinto es que la zona habilitada para personas con movilidad reducida se encontraba a nivel de suelo y a uno de los lados del escenario, dificultando o imposibilitando directamente la visión del espectáculo salvo por las pantallas que flanqueaban el mismo.
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La propuesta para la celebración consistía en un recorrido por la dilatada trayectoria de Sôber incluyendo también lo más representativo tanto de Skizoo como de Savia.
A las 21:30, Carlos, Jorge, Antonio y Manu salieron al escenario ante un público que estalló en aplausos para recibirlos; a ellos se irían uniendo, en momentos concretos, Morti, el guitarrista de Savia Jesús Pulido y el violinista Charly Pérez. “La prisión del placer” fue la canción elegida para abrir el baile y, ya desde el principio quedó bien patente que los incondicionales de la banda no sólo conocen bien cada uno de los temas, sino que los cantan con pasión desde el primero al último, acompañando al grupo en todo momento.
No tendría mucha razón de ser el ir citando una a una las 31 piezas en las que se dividió la noche, pues la lista que las recoge está disponible en internet; ni ir explicando las canciones, pues cada uno las entiende, las siente y las vive a su propia manera como a quien le muestran un test de Rorschach. Pero sí resulta del todo imprescindible hacer una mención muy especial al momento en que se recordó al fallecido Alberto Madrid con la canción “Inmortal” de Savia.
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Tras un bloque central en el que fueron alternándose clásicos tanto de Savia (“Agua para tu sed”, “Fragile”…) como de Skizoo (“Habrá que olvidar”, “No todo está perdido”…) se inició un último tramo compuesto exclusivamente por canciones de Sôber. En el que Charly Pérez salió a tocar el violín en “Brazos altos, caras bajas” -pero debido, posiblemente, a algún problema de sonorización, apenas se le escuchaba- y en el que pudimos disfrutar de un espectacular solo de batería entre Manu y Carlos.
La recta final del espectáculo la conformarían “Estrella polar” en la que Carlos se bajó a cantar entre el público, “Arrepentido”, “Tiempo” y “Náufrago”, en las que participó Morti quien, durante todo el show, mostró un altísimo nivel de entrega y conexión con el público, animándolo a participar en las canciones.
En conclusión, algo más de tres horas de concierto que dejaron satisfechas a todas y cada una de las tres mil personas que se habían dado cita para celebrar la treintena de una banda que golpe a golpe, disco a disco y directo a directo, se han consagrado como una referencia indispensable del rock nacional. Resulta imposible decir Madrid sin decir Sôber, y resulta imposible decir Sôber sin decir Madrid.
Desde aquí, os animamos a asistir a, al menos, algún concierto de su gira, pues resulta una experiencia casi imposible de explicar con palabras y, aunque nos encante narraros los shows, siempre es mejor que los viváis.
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