Energías renovadas, cuerpo ligeramente quemado y muchas ganas. Hellfest 2024, día 2. Vamos allá.
Empezar con Ankor en el Mainstage 2 no era algo sobre lo que tuviera dudas. Me daba igual que esta fuera la cuarta vez que los iba a ver en directo, y la segunda este año. No es un tema de que sean de aquí o de allá. Va a otro nivel. Es el hecho, no sólo de que sea una banda que me encante, sino de seguir viendo como han ido creciendo, como siguen abriendo mercados y comprobar como pueden con todo. De ser teloneros de bandas que ya no existen, a meter la mitad de una sala pequeña, para posteriormente llenar una mediana y finalmente arrasar en un festival de los más importantes del mundo. Quería estar allí y mereció la pena. Un concierto genial que acabó con uno de sus guitarras, Fito Martínez, surfeando el público.
Ankor
Sin cambiar de escenario lo siguiente fue Wargasm, que se hicieron de rogar por algún motivo, probablemente técnico, empezando como diez minutos más tarde de lo anunciado, importando esto al final muy poco, ya que desde la inicial “Venom”, tuvieron a los asistentes a sus pies, y sobre los brazos de la gente pasando constantemente al foso, siendo uno de sus miembros, Sam Matlock, uno de ellos. Una fiesta irreverente y muy divertida.
Llegó el momento de conocer las carpas y hacerme casi uno con ellas el resto de Hellfest. Textures arrancó su actuación en el escenario Altar haciendo las delicias de los fans del metalcore progresivo, a la par que celebraban su vuelta. Una pena que los teclados de Uri Dijk se escucharan muy poco, perdiéndose muchos matices de su música. Aún así más que correctos.
Textures
Cambio a la carpa adyacente, Temple, probablemente en la que más estuve durante el festival, para volver a encontrarme con Ereb Altor tras casi diez años sin verles. Es curioso lo mucho que me gustan, pero con ellos me ocurre algo parecido a lo que me pasa con Týr en directo: me encantan y me aburren a partes iguales. Basan su actuación en la energía de su música, no en su movimiento sobre las tablas, y con muchas piezas que podemos calificar de medios tiempos, y esto no es algo que juegue a su favor.
Pequeño descanso, y sin abandonar Temple (ya no lo haría en todo el día) tocó conocer el directo de Mork. Aunque el proyecto como tal es únicamente de Thomas Eriksen, todas las piezas funcionan como una máquina bien engrasada, moviéndose, interactuando, y desplegando un gran black metal.
Kanonenfieber ocuparon este escenario a continuación y dejándome sin palabras. Ya los pude ver en Madrid un año atrás quedándome con la boca abierta, ya que su show es propiamente eso, no una descarga de canciones, una tras otra, con algún momento si acaso diferencial. No. Hablamos de una formación que, incluso en un escenario pequeño, se apaña para hacerlo suyo con decoración y haciendo que cada momento sea único. Pues en uno grande lo mismo pero mejor. De una punta a otra una simulación de una trinchera de la Primera Guerra Mundial. Cañones. Espuma simulando nieve. Fuego. Pirotecnia. Cambios de vestuario según el momento. Soberbios y con sólo cinco años de carrera. Aquí hay algo muy grande.
Ereb Altor
Hablar de Satyricon es hacerlo de una de las bandas más importantes de toda la historia del black metal, y desde luego es algo que se refleja cuando actúan. Tienen una clase, una energía, una manera de enlazar tema tras tema, que sólo te lo dan el talento y la experiencia. No son, ni de lejos, de mis favoritos del género, pero si no era la primera vez que los veía era por algo. Saben lo que se hacen. Saben dar lo que se les pide con creces.
Y al igual que Satyricon, Emperor, con la diferencia de que yo soy una persona que se pirra por los sonidos sinfónicos, que aquí los aportaba una bestia como es Jørgen Munkeby de Shining, de los inclasificables, no de los de Niklas Kvarforth. Así que qué decir. Una hora que se pasó en un suspiro. Y es que Emperor vivirá de clásicos, sin sacar nada nuevo desde hace más de dos décadas, pero el material del que disponen tiene una calidad que para mí es excelente, a la par que sus actuaciones.
Por más que me hubiese gustado ver a Pain of Salvation lo más prudente era recogerse. Aún quedaba la mitad de Hellfest.