Hay citas musicales que se presienten como especiales a simple vista, y la de Ana Popovic en Torrelavega se intuía como una de esas.

No solo es por la magnitud de la visita de tal artista, además venía de la mano de la histórica asociación cultural Diamantes Musicales con motivo de su XX aniversario.

En representación de la asociación, José Oyarbide se encargó de ponernos en contexto abriendo la velada con una pequeña presentación, como ya había hecho en otras ediciones, en la que dejaba notar el cariño con el que habían cocinado este evento para celebrar algo tan notable como los 20 años de su existencia. Entre chascarrillos, contaba los inicios de los miembros de Diamantes Musicales en OID Radio y los diferentes conciertos que se han ido organizando para celebrar los sucesivos aniversarios, así como los diferentes artistas que han pasado por ellos. No era la primera vez que el nombre de Ana Popovic sonaba como candidata deseable para formar parte de uno de los cumpleaños de la asociación, pero se antojaba como algo inalcanzable. Por lo visto, de la manera más casual, el XX aniversario de Diamantes Musicales sirvió para que una conversación aleatoria con el mánager de Ana Popovic dejase al alcance de la mano la posibilidad de acercarla con su banda al Teatro Municipal Concha Espina, una posibilidad remota que se hacía realidad. Y así nos dejaba con “la mejor guitarrista del mundo”, no sin antes lanzar un par de cuchillos a la Concejalía de Cultura por trabas a la organización de este evento y agradecimientos al departamento de alcaldía por interceder en favor del mismo. No puedo evitar sentirme identificado con esta situación de fuego cruzado político en el que muchas veces se ven desagradablemente envueltas las agrupaciones que intentan hacer cosas positivas y beneficiosas por la ciudad sin ningún ánimo de lucro.

A Ana Popovic llegué a verla actuar en la edición del año pasado del Azkena Rock Festival. Fue en el tramo final de su concierto y a cierta distancia, pero aun así me trasmitió una de las mejores sensaciones de todo el festival. Mi expectación aumentaba los días previos a su visita con cada efusiva referencia que llegaba de mis conocidos acerca de los bolos que iba dejando su gira española en Barcelona, Madrid y Asturias. Camino de Francia había sido pescada por la gente de Diamantes Musicales y la oportunidad era única. Un teatro prácticamente lleno, pese a la sombra del partido de la selección nacional de fútbol en la Eurocopa, daba fe de ello.

El show abrió con una jam instrumental a cargo de la banda que le acompaña: teclista, batería, trompeta, saxo y un increíble bajista que ya me fascinó en Vitoria.

Ana Popovic demuestra un gran carisma y una personalidad gigantesca. La seguridad que transmitió su aparición durante esa introducción musical, vestida con un llamativo mono plateado y altos y brillantes zapatos de tacón que reflejaban las luces del teatro, era digna de una estrella de cine, arrancando los primeros aplausos de las butacas para comenzar con "Rise Up!" del álbum publicado el año pasado "Power", que a la postre supondría el grueso de la actuación.

Si bien en un primer momento no soy partidario de los conciertos de butaca, sabiendo que éste iba a tener momentos dignos de echarte unos bailes, he de reconocer que Ana Popovic y su banda se adaptaron perfectamente a la situación. Entre los diferentes temas se iban sucediendo emocionantes solos, no únicamente de la guitarrista, sino también del resto de componentes con un delicado reparto del protagonismo dirigido por la propia Ana. Al final de cada exhibición los aplausos eran religión, muy al estilo de las estructuras de los directos jazzísticos, pero marinado con ramalazos de blues, rock e incluso ritmos latinos.

La intensidad y la conexión con el público iban creciendo con cada canción que se sucedía, superados ciertos problemas técnicos iniciales, del sonido en general y especialmente para el teclista, que se fueron asentando según avanzaba la noche. Tras sendas versiones del "New Coat of Paint" de Tom Waits y del "Fencewalk" de Mandrill, llegó el punto dulce con "Luv"n Touch", santo temazo que coincidió con la diferente textura de la canción respecto a lo ya escuchado y al momento en que ya se veía a los músicos realmente a gusto mientras todo empezaba a sonar bien.

Ana alternó sus dos Stratocaster, que aportaban sonidos muy diferentes, agarró un slide y piso el Wah mientras fluían los pasajes de cada uno de los músicos de una banda que ya había atrapado al respetable. Cerraron por todo lo alto con "Turn My Luck" poniendo a todo el público en pie, al que saludaron respetuosamente entre vítores y aplausos. Los asistentes, muy exaltados como para admitir que el show acabase ya, exigieron un bis siendo recompensados con "We Can Change The World" como colofón.

Así nos retiramos a nuestra casa con el lujo de estar a escasos minutos andando, mientras la gente compraba discos, camisetas y luchaba por sacarse fotos con Ana Popovic y resto de los músicos en el vestíbulo del teatro.

Felicidades a la Asociación Diamantes Musicales por sus 20 años de historia y enhorabuena por regalarnos un día tan espectacular en una ciudad como Torrelavega “contra viento y marea”.