Una vez más, llegó julio a Madrid y, con él, una nueva edición del Mad Cool Festival, que este año repetía emplazamiento en Villaverde, pero con un recinto que, siendo el mismo, presentaba ciertas modificaciones respecto a la edición anterior con el fin de ir corrigiendo errores.
En primer lugar, los accesos resultaban sensiblemente más ágiles, evitando las largas colas al sol que se habían producido otros años; la nueva disposición de los lavabos ofrecía un uso más rápido de los mismos y los numerosos puntos de recarga de saldo prometían menos espera a la hora de cargar las pulseras (aunque esto también podía hacerse a través de la aplicación). En resumen, antes incluso de ver el primer concierto, las pequeñas pero visibles mejoras predisponían a afrontar los cuatro días de festival con la mejor de las actitudes.
El año pasado se nos quedó la espina clavada de disfrutar más de los escenarios pequeños, así que este año apostamos por renunciar a las grandes bandas internacionales en favor de artistas emergentes o en fase de consagración, puesto que consideramos que éstos necesitan mucho más la visibilidad que podemos ofrecer a través del medio antes que otras formaciones que llevan años llenando estadios.
Nadye
La primera parada de la primera jornada la hicimos en el escenario 5 donde, minutos después de las 19:00, los madrileños Nadye tomaron posiciones para, tras una breve intro y un muy ansiado “buenas tardes Mad Cool”, empezar su concierto con los primeros acordes de “Todo Arde” (tema originalmente grabado con la participación de Whisky Caravan).
Debido a una inesperada rotación de plantilla, la banda había recuperado para este concierto a dos de sus antiguos miembros: Luismi y Álex a las guitarras; provocando en los seguidores más antiguos de la formación que allí se encontraban una cierta sensación de nostalgia combinada con la alegría y el optimismo que contagian las canciones de los madrileños.
Al tratarse de uno de los primeros conciertos del festival, podríamos temer que quizá no tuviese una afluencia significativa, pero entre los habituales, los neófitos y una gran parte de público extranjero ansioso de buena música, la carpa se llenó aproximadamente al 75% de su capacidad, congregando en torno a seiscientas personas.
Nadye
“Seguimos vivos” y “Lejos” permitían hacerse una idea muy aproximada del estilo de la banda, a caballo entre el pop y el rock con pequeños vaivenes, como por ejemplo, el que supone el guiño a Green Day al final de “Daños colaterales”
“Accidente” y “Boca a boca” supusieron la preparación perfecta para terminar la actuación con su buque insignia “La noche es nuestra”, en la que músicos y público echaron el resto, poniéndolo todo de su parte y creando una simbiosis difícil de definir en la que resultaba imposible ocultar la satisfacción reinante en unos y otros. Sin duda, una victoria para los anfitriones que hizo que todo el trabajo previo mereciese, con creces, la pena.
Nadye
Desde ahí, una carrerita al escenario 2, ubicado en la esquina contraria del recinto, nos retrotrajo a aquellos maravillosos noventa de la mano de Garbage. La banda liderada por Shirley Manson juntó a un importante número de personas a pesar de ser aún temprano y resultar imposible huir del calor. Calor que dejó de importar en cuanto “Godhead” , sexto corte del álbum de 2021 No Gods No Masters empezó a sonar y la voz de la escocesa arrancó la voluntad de todos quienes la escuchábamos.
El principal problema de tocar en un festival (a parte de las muy probables complicaciones técnicas) es que el tiempo es muy limitado, por lo que hay que elegir muy bien las canciones a interpretar, y no podían haberlas (para quien escribe) elegido mejor, ofreciendo un recorrido por lo más representativo de sus treinta años de trayectoria, desde “The Men Who Rule The World” a “Stupid Girl” pasando por “Cherry Lips” e incluyendo una versión de “Cities in Dust” de Siouxsie and the Banshees (1986).
Si algo resultaba especialmente llamativo es que las canciones no parecían haber perdido un solo gramo de frescura y la banda parecía conservar intacta toda la energía de su directo al que nos tienen acostumbrados desde hace tanto tiempo. Y para muestra, un botón; y ese botón de llama “When I Grow Up”, canción que quizá sea la más conocida en España debido a su inclusión en 1998 del recopilatorio Generation Next, y que hizo saltar y cantar al unísono a los varios centenares de fans que se asaban bajo el sol madrileño, pero que disfrutaban como niños en un parque acuático.
Finalmente, “Only Happy When It Rains” y “Push It” supusieron el final perfecto para una cita perfecta, que nos dejó con unas incontrolables ganas de más.
Garbage
Y como nos habíamos propuesto ver cada día, al menos, a un grupo al que no conociéramos, nos volvimos al escenario 5 a cerrar la jornada con Dead Posey; banda fundada en 2016 y compuesta por la cantante Danyell Souza y el multiinstrumentista Tony Fagenson.
Esta formación ofrece una propuesta a medio camino entre el post grunge y el rock industrial, con una puesta en escena sencilla, oscura y siniestra, pero muy cuidada y muy en la línea de la estética de sus videoclips. Musicalmente destacan por la potencia de su guitarra y, sobre todo, de una voz desgarradora que llega bien dentro cuando la escuchas y a la que es difícil no entregarse. Todo esto sostenido por una percusión que quizá de primeras pueda parecer sencilla, pero que está meticulosamente medida para obligar al movimiento.
Tras aproximadamente cuarenta minutos de frenético espectáculo, los californianos se despidieron de su numeroso público madrileño, esperamos que con la intención de volver cuanto antes, pues tienen un directo que hay que ver.