Si bien la cabeza indiscutible del cartel del jueves eran los norteamericanos Pear Jam, el nombre que más expectación generó se encontraba justo a su lado y se trataba de los navarros Motxila 21.

Esta formación nació hace diecinueve años como una actividad musical de la Asociación Síndrome de Down de Navarra, cuyo objetivo inicial era montar un tema para interpretar en un acto de clausura. Cuentan los presentes que duró más la ovación del público que la canción.

Con la intención de darle continuidad, a Mikel “Barullas” Barrenetxea se le ocurrió desmontar una batería y dar un elemento a cada uno de los componentes de la banda, de manera que se formase un grupo estable. Grupo que contó en su momento con la participación de El Drogas, Kutxi Romero y El Piñas, hasta que cuando el proyecto cogió ritmo, se apartaron de la primera línea, aunque siguieron vinculados al mismo.

Dos décadas después, la banda cuenta con dos discos en su haber y una dilatada trayectoria en directo, habiendo compartido cartel con artistas como Van Morrison, Jeff Beck o Rosendo.

Escasos minutos después de las 19:00 se dio acceso al público a un recinto sobre cuyo escenario se encontraban Mikel Echart, Aitor de Miguel, Igor Segura, Ibai Ganuza, José Landa, Lorea Lamata, Leire Zabalza, Ramón Primo, Diego Arzoz, Mª Victoria Arbe, Itziar Segura, Aintzane Lizarraga, Borja Ortiz, Mari Jose Leoz, Andoni Zilbeti, Ainhoa Suescun, Ainhoa Lizarraga, Iñaki Bidarte, Roberto Jiménez, Carlos Santana y Xabi Moreno -destáquese la ausencia de Iñaki Lahortiga y de Teo Lázaro, por causas de fuerza mayor- esperando para iniciar un espectáculo que comenzó con “Ama lurra” (Madre tierra en castellano) canción en cuatro idiomas que constituye una perfecta carta de presentación y que desde el principio ya transmite una alegría y una positividad imposible de ignorar. Y es esa positividad la principal característica de la música de Motxila 21, que fusiona varios estilos como el rock, el rap, música tradicional e incluso se atreve con el ska en algunos momentos. Pero esa positividad no está en absoluto exenta de un carácter reivindicativo de justicia social, bien visible en casi toda su obra.

Es del todo necesario reseñar que, desde el primer momento, se completó el aforo de ochocientas personas de la carpa, creándose incluso una cola de gente que esperaba a que alguien saliera para poder entrar, constituyendo un verdadero éxito de público que, además, se entregó desde el principio sumergiéndose por completo en el mar de emociones que la banda nos transmitía.

Durante aproximadamente tres cuartos de hora pudimos disfrutar de un total de diez canciones seleccionadas de entre los dos álbumes con los que cuenta la formación, terminando con “No somos distintos”, canción estandarte cuya letra fue escrita y originalmente cantada por Kutxi Romero y que fue coreada por la práctica totalidad de un público que, acto seguido se deshizo en aplausos para despedir a los músicos.

Seguidamente nos dirigimos al escenario tres a disfrutar de la música de Mando Diao, formación Sueca surgida a mediados de los noventa y que propone un rock de garaje impregnado de una fuerte esencia sesentera, obteniendo un resultado prácticamente único en su especie.

La banda, formada actualmente por Björn Dixgard, Carl-Johan Fogelklou, Daniel Haglund, Patrik Heikinpieti y Jens Siversted; se presentó ante su público con aproximadamente quince minutos de retraso, vestidos de riguroso negro a pesar del calor reinante en ese momento, y arrancaron su concierto a ritmo de “Frustration”, segundo corte de su último trabajo de estudio, publicado en 2023 bajo el nombre Boblikov´s Magical World; haciendo que los centenares de fans que se habían dado cita para verlos, se pusieran automáticamente en movimiento. Movimiento que ya no cesaría hasta el final del espectáculo salvo en un par de breves pausas.

Haciendo gala de la actitud propia del que sabe que domina perfectamente la situación, los suecos fueron repasando su álbum más reciente, acompañados en todo momento tanto por sus incondicionales más veteranos como por las últimas incorporaciones a su ejército de seguidores; e intercalando algunas canciones que han definido su trayectoria, como “All the things” (Good Times, 2017) o “Down in the past” (Hurricane Bar, 2004).

Tras algo más de una hora de un rock vibrante y pegadizo, la banda se despidió a ritmo de “Dance with somebody” poniendo a prueba las gargantas de los presentes y dejando un recuerdo imborrable de una actuación que rozó la perfección.

Llegó entonces el momento de plantearse la posibilidad de cenar, aunque después de la experiencia del año pasado, daba un poco de miedo la posibilidad de invertir demasiado tiempo esperando y perdernos la próxima actuación que teníamos prevista. Pero este año todo estaba resultando distinto, y si bien la zona de food trucks estaba concurrida, apenas tardamos unos minutos en ser atendidos y pudimos dirigirnos sin demora a disfrutar de los colombianos Bomba Estéreo, que iniciaron su show con absoluta puntualidad llenando el escenario de una luz y un color que, combinado con su vestuario, harían las delicias de cualquier fotógrafo.

El hecho de coincidir en horario con la actuación de Pearl Jam supuso una pequeña merma en el número de espectadores, pero que fue compensada de sobra con la actitud de los mismos, dispuestos a dejarse el alma bailando desde el principio hasta el final la muy cuidada combinación de ritmos que proponen los bogotanos y que incluye elementos tan aparentemente dispares como la música electrónica, la cumbia, el rock o el reguetón alternativo.

“Pájaros”, extraído del álbum Elegancia Tropical (2012) fue el tema elegido para abrir un espectáculo que destacaría por un enorme derroche de energía a ambos lados del foso. A los cuarenta segundos de empezar no quedaba nadie quieto y así permanecimos hasta el final. Y es que resultaba tremendamente llamativo el amplio espectro que suponía el público del concierto tanto por rango de edad, como por estilos en el vestir, como por lugares de procedencia (prestando atención podía escucharse gente hablar en media docena de idiomas) pero eso sí, todos coincidían en las ganas de divertirse con un espectáculo que no decepcionó y que, sin duda atrajo nuevos seguidores a la formación.

Tras un recorrido por trayectoria a través de diez canciones que demostraron, una vez más, funcionar a la perfección en directo, el grupo se despidió con “Ojitos lindos” recibiendo una fuerte ovación mientras abandonaban el escenario.