Este fin de semana, en el corazón verde de Galicia, nos encontramos en Guitiriz, un pequeño pueblo que cada año, desde hace 44 ediciones, se convierte en el epicentro de la cultura gallega con el Festival de Pardiñas. Este evento, que se celebra religiosamente el primer fin de semana de agosto, no es solo un festival; es una celebración de la identidad gallega que atrae a miles de personas de toda España y más allá, cada uno con la esperanza de sumergirse en la música, la tradición y la comunidad.

Recuerdo la primera vez que oí hablar del Festival de Pardiñas. Era un evento humilde, nacido en 1980 de la mano de la asociación cultural Xermolos, cuyo objetivo era preservar y promover la música y las tradiciones gallegas. Lo que comenzó como una pequeña reunión de amigos y músicos ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en un referente no solo en Galicia, sino en todo el país. Y no es difícil ver por qué. Este festival tiene una magia especial, una combinación perfecta de calidez, tradición y una programación que nunca deja de sorprender.

Este año, como todos los anteriores, el festival ofreció una variedad de actividades para todas las edades, pero la música, como siempre, fue el alma del evento. El escenario principal de Pardiñas ha sido testigo de actuaciones que dejan huella, y este año no fue la excepción. La expectación era palpable cuando Gwendal, el legendario grupo celta, subió al escenario para celebrar su 50 aniversario. Desde el primer acorde, la banda nos llevó en un viaje sonoro que mezclaba nostalgia y maestría, cerrando su actuación con el icónico "Irish Jig", que resonó con una fuerza que solo puede venir de medio siglo de experiencia sobre los escenarios.

A lo largo de los años, Gwendal ha forjado una relación especial con España, y esa conexión se sintió fuerte durante el festival. "A pesar de los años, seguimos siendo fieles a España, donde siempre nos acogen con los brazos abiertos. No pensamos en retirarnos," dijeron los miembros del grupo, y esas palabras resonaron profundamente entre los presentes. Se notaba que hablaban desde el corazón, reflejando una pasión por la música que no ha disminuido con el tiempo.

Es imposible hablar de Gwendal sin mencionar a Youenn Le Berre, el alma indiscutible del grupo. Su liderazgo ha sido clave para mantener la esencia y la energía de la banda a lo largo de las décadas. La formación actual, que ha permanecido estable durante más de veinte años, incluye a David Rusaouën en la batería, Jerome Gueguen en los teclados, Michel Vally en el bajo, Ludo Mesnil en las guitarras y Vincent Leutreau, un verdadero maestro con el violín. Juntos, han creado un sonido inconfundible que ha dejado una huella imborrable en el panorama musical.

La discografía de Gwendal es un testimonio de su evolución y versatilidad. Desde su álbum debut “Irish Jig” (1974), pasando por “Joe Can't Reel” (1976) y “Rainy Day” (1977), hasta trabajos más recientes como “War-Raog” (2005), la banda ha demostrado una capacidad única para crecer sin perder su esencia celta. Es especialmente notable que sus dos únicos discos en vivo se grabaron en España, un país que claramente ocupa un lugar especial en sus corazones. El primero, registrado en el legendario Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid en 1981, marcó un antes y un después en su estilo, incorporando influencias de jazz y rock. El segundo, grabado en Getxo en 2016, reafirma su continua conexión con su público español.

Para muchos de nosotros, Gwendal ha sido la banda sonora de nuestras vidas, desde la adolescencia hasta el día de hoy. Durante el concierto en Pardiñas, pude ver a tantos rostros familiares, personas de entre 40 y 60 años que, como yo, han crecido con su música. La actuación no fue solo un concierto; fue un viaje a través del tiempo, evocando recuerdos y emociones que parecían casi olvidados. Sonaron temas como "Cameleon", "Stone Eire", "Date Prisa", "Pilo Rosso" y, por supuesto, la inconfundible "Irish Jig" que puso el broche de oro a una noche inolvidable.

La gira de este año ha llevado a Gwendal a lugares como Guadalajara, Pamplona y Galicia, y próximamente los veremos por Andalucía. Es reconfortante saber que, incluso después de 50 años, su energía y pasión siguen intactas.