Esto de asistir a conciertos de despedida se esta convirtiendo en una costumbre que no me gusta nada, y mas si tenemos en cuenta que son nombres de artistas que además de ser aun jóvenes para dejarlo tienen muchísimo que decir en el panorama musical de nuestro país. Es que estoy delante de la pantalla escribiendo esto y aun no me creo como Rayden ha decidido que ya está bien, que un talento descomunal como él tome esta decisión solo habla mal, muy mal, de la salud musical española, premiando la ineptitud en detrimento de la calidad a la que consiguen llevar a la fatiga mental.
No era un jueves normal, era el penúltimo cartucho de directo para un tipo que se ha ganado a pulso toda la reputación de lleva a sus espaldas, un Rayden consecuente y comprometido. Todo comenzó normal, una normalidad relativa claro está, se masticaba en el ambiente la tragedia del reloj marcando el fatídico tiempo, “La patria de los ausentes”, “No hago rap” …y detalle de David que antes de la salida de los fotógrafos del foso, autorizo a quedarse todo el concierto para realizar su trabajo. Donde unos los tratan como molestos personajes otros incluso solicitan a su público un aplauso por el trabajo que realizan, elegancia y respeto, mis dieces.
Rayden
A la espera del último lanzamiento discográfico que será su concierto del año pasado en el Wizink Center de Madrid, Rayden se ha dado el gustazo de colocar estas dos fechas como un auto regalo, es una deferencia clara hacia su banda, y lo demuestra por el gran protagonismo que les otorga y por que como anuncia, no hay invitados, y no los hay por que es una noche para que disfruten los suyos y los invitados son todos ellos, backliners, técnicos y demás staff, un detalle más de un tipo que se viste por los pies. Los nervios estaban a flor de piel, y es que ni los dardos al hormiguero impidieron que en La Riviera se derramaran casi más lagrimas que gotas de sudor.
Allí lloraba hasta la chica del ropero, y no por la “Calle de la lloreria” si no por lo que significaba la noche, el primero en derrumbarse fue Mediyama que se vino completamente abajo durante “Abrazos impares”, sentado en la base de la batería con la mano tapándose la cara y el micro en alto, completamente incapaz de detener las lágrimas, era agobiante incluso mirarle pero es que costaba quitarle los ojos de encima, que mal rato paso y lo que le costó sobreponerse, incluso con el cariño recibido por toda la banda al finalizar el tema.
Rayden
Pero para sofocón el que se llevo el bueno de David, varias veces, pero es que la primera incluso tuvo que arrancarse a cantar llorando por que si no aquello no había manera de que siguiera adelante, pero se dejó lágrimas, muchas lágrimas, para el final del concierto también. Un final en el que el que se desplomo fue DJ Mesh, después de bailes, fotos, abrazos, fiesta y ganas de no abandonar el escenario, el bueno de Mesh toco tierra y tomo conciencia de lo que había sucedido, estaba a un concierto de echar el telón y se vino completamente abajo, sentado en el suelo con las manos en la cara y sumergido en un mar de lágrimas. Todo era tan estremecedor como clarividente de que aquello, ha sido una decisión muy meditada, pero por la que nadie voto a favor.
Me alegro de haber podido disfrutar de Rayden en varias ocasiones, me alegro mucho de haberle acompañado en su despedida, pero me alegro aún mas de que no haya sido en su ultimo concierto por que si lo vivido este jueves fue acongojante no quiero ni pensar lo que va a ser el ultimo baile, prefiero ni imaginarlo. En cualquier caso, han sido veintitrés años, muchos estudios de grabación, colaboraciones, países, carretera, vivencias, una historia que muy malamente se resume en un “clímax, final feliz”.