Muchas ganas de volver a ver a Warcry encima de un escenario, así que, tirando de topicazo, carretera y manta hasta la bilbaína Sala Santana 27, que tan mal nos tiene acostumbrados en cuanto a conciertos metaleros se refiere. No éramos los únicos con ganas; aforo completo y buen número de gente haciendo cola a la entrada horas antes del evento ya daban fe del poder de convocatoria de los asturianos. Se suele valorar mucho más a los grupos de afuera y, más aún, en una sala donde son asiduos muchos grupos extranjeros; por ejemplo, mi anterior "sold out" en dicha sala fue con unos tal Avantasia, por lo que el lleno de las huestes de Víctor García cobra mayor magnitud.

Una vez dentro y con estricta puntualidad, "A por ellos" es el pistoletazo de salida al concierto, con un estribillo enormemente coreado, llevándonos a la cabeza una palabra seguramente muy repetida por muchos, pero definitoria dentro del contexto del concierto: "Karaoke". "Que se vaya" le fue a la zaga, con un Pablo García arengando al personal, pero con "Nuevo mundo" los decibelios de un público ya entregado subieron de nivel, refrendado con otro clásico, "Contra el viento", todo ello apoyado por una cuidada selección de imágenes proyectadas de fondo.

El modo "Karaoke" seguía imparable; "Alma de conquistador", "Espíritu de amor" y "Devorando el corazón" continuaban siendo coreadas y disfrutadas a la par con unos Warcry, partícipes y brillantes en todo momento, seguido de la inspiradora "Coraje" y de unos espectaculares teclados de Santi Novoa en "Ardo por dentro", hasta llegar a "Desde el dolor", donde baja un poco la intensidad para llegar a uno de los momentos siempre divertidos dentro de un bolo de la banda asturiana: el show de Pablo García. El bueno de Pablo nos saca una sonrisa a todos los presentes interpretando clasicazos, atreviéndose a berrear el "Painkiller" y, seguro que muy a su pesar, hasta dando una masterclass cambiando una cuerda de su guitarra, reconociendo que era la primera vez que le ocurría en directo. En este show se suman todos los miembros, incluso Juan Torre, técnico de sonido, que dio buena cuenta cantando el "Crazy Train" de Ozzy, rematando un gran momento de diversión.

Vuelta al setlist propio y, con el modo "Karaoke" a pleno rendimiento, cayeron "Cielo e infierno", "Ego", "Quiero oírte" y la reivindicativa y siempre necesaria "Cobarde" para llegar a otro momento cumbre de la velada: el medley "Luz del norte", "Señor" y "Alejandro", con un Víctor pletórico a la voz, devolviéndonos a sus inicios para nostalgia de los que ya pintamos canas.

Tiempo ahora para otra reivindicativa, "Condenad" o, de su último disco, Daimon, acompañado del espectacular videoclip de fondo, obra de Miguel Feliu Ribes, que estaba presente entre el público y que la banda aprovechó para felicitar por su magistral trabajo. Sin tregua, se hizo el silencio para dar paso al preludio épico de "La maldición del templario", seguida de la más que coreable "Capitán Lawrence", otro clásico ya indispensable en cualquier concierto de Warcry. Con "Tú mismo" pudimos ver a un Rober más protagonista, sin tampoco dejar de mencionar a Rafa Yugueros, y es que Warcry, encima del escenario, funcionan como esos coches fabricados a finales del siglo pasado: fiables a más no poder.

Llega el final y la enérgica "Solo sé", acompañada de fondo con otro grandísimo videoclip, sirve de despedida momentánea. Todos sabíamos que no era el final, todavía había ganas de más. Y así fue; "Huelo el miedo" abrió el bis final, igualmente acompañado de su respectivo y también gran vídeo. En el tema audiovisual, se hicieron de rogar muchos años, pero lo que llevan hecho hasta hoy, hay que reconocer que es de una calidad enorme, por lo que damos por satisfactoria la larga espera.

"La vida en un beso" pone la nota romántica de la noche para llegar al gran esperado final con "El guardián de Troya" y la indispensable "Hoy gano yo", himno entre himnos, donde absolutamente nos dejamos la voz a sabiendas de que era el final de un concierto de más de dos horas, donde Warcry dieron un extenso repaso a su discografía, ejecutada de manera magistral y demostrando en cada canción el porqué de su estatus de banda grande, forjada durante más de 20 años y que les hace ser los reyes del trono del metal estatal sin ningún tipo de discusión. El "sold out" en Bilbao, las colas en el puesto de merch y las caras de felicidad de los allí presentes lo confirman.