Lendakaris Muertos son una apuesta segura de diversión y en su nueva visita al Lava de Valladolid desataron una auténtica fiesta con la que el público vibró entre risas, pogos y el inconfundible gamberrismo que sólo ellos saben ofrecer. La banda navarra demostró una vez más por qué, después de tantos años, siguen siendo un referente del punk irreverente y cargado de crítica social.
Desde el primer acorde, el ambiente se tornó frenético y contagioso. No hubo tiempo para la calma; cada tema iba directo al grano y prendía el espíritu rebelde de una sala que respondió entregada a cada provocación. A pesar de que la competencia de la noche era notable, con The Baboon Show tocando simultáneamente en Valladolid (una decisión de programación inexplicable, teniendo en cuenta el público compartido), el Lava registró una excelente entrada, lo que demuestra el tirón de Lendakaris en la ciudad.
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Como es habitual, Aitor Ibarretxe se bajó varias veces entre el público (también lo hizo la banda al completo), borrando cualquier distancia con sus seguidores, lo que provocó una conexión aún mayor y un aire de camaradería única, algo con lo que consiguen que los asistentes se sientan parte del espectáculo. Y es que una actuación de los Lendakaris Muertos no es sólo un concierto, es una auténtica comunión punk, donde el público y la banda están en perfecta sintonía, coreando juntos temas emblemáticos como “Detector de Gilipolleces”, “Cómeme la Franja de Gaza”, “Centro Comercial” o “Fuimos ikastoleros”.
El humor sarcástico y políticamente incorrecto de Lendakaris se mantuvo presente a lo largo del concierto, y canciones que bordean la parodia de la vida cotidiana y la política, como “Pablo Echenique”, “Yositecreo” o “Todos Mis Enemigos”, arrancaron carcajadas y aullidos. La entrega y la energía no decayeron en ningún momento, y la banda mantuvo el ritmo frenético hasta el final. La noche en el Lava de Valladolid se convirtió así en una suerte de catarsis colectiva, donde cada canción servía de excusa para gritar, saltar y olvidarse de todo por un rato.
Al salir, los rostros sudorosos y las sonrisas de los asistentes confirmaban que, una vez más, Lendakaris Muertos habían cumplido: un show cargado de diversión, ironía, mala leche y un espíritu rebelde inconfundible. ¡Aúpa los Lendas!
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