Dicen que todo lo que tiene un principio ha de tener, inexorablemente, un final. Y la gira de los navarros Bocanada va acercándose al suyo. Durante estos últimos meses hemos podido disfrutar del segundo plato de “Hora de comer aire” y, después del concierto al que asistimos la semana pasada, nos queda el postre en Sevilla, Murcia y Madrid.

El viaje, que se iniciara el 3 de febrero en Gijón ha alcanzado ya doce de sus quince paradas previstas a lo largo y ancho de la península cosechando un éxito tras otro, contando sus peleas por victorias y dejando un inmejorable sabor de boca en todas aquellas personas que han presenciado alguno (o varios) de los conciertos que conformaban la hoja de ruta, ya se tratara de seguidores veteranos o de recientes incorporaciones.

Y así llegamos hasta el pasado dos de noviembre, cuando los de Berriozar visitaron a sus vecinos maños. El lugar elegido, la Sala López, que había adelantado la hora de inicio del concierto y abrió sus puertas en torno a las 19:30, dando acceso a un público que, pese a la lluvia, llevaba ya un rato haciendo cola en la calle con visibles caras de entusiasmo y emoción.

Poco a poco, las doscientas personas que allí  se habían dado cita, fueron tomando posiciones en una sala que, al igual que otras en las que ya hemos estado, presenta el inconveniente de las columnas y de que quizá la barra esté demasiado cerca del escenario. Con todo y con eso, y aún rozando el lleno, no daba sensación de agobio; por lo que pudimos disfrutar sin problema del espectáculo, temiendo únicamente por la integridad de Martín, ya que la afición a los saltos combina bastante mal con los techos bajos.

Minutos después de las ocho, el corte de Rocky VI en el que Stallone le explica a su vástago que no importa lo fuerte que pueda pegar, sino lo que pueda recibir y seguir avanzando (con el que se han iniciado los conciertos de esta gira y que resulta bastante alegórico tratándose de una banda que se ha abierto paso y ganado el corazón de sus fans a fuerza de trabajo) anunciaba el inicio del show.

“Más animal”, del álbum Libres (2017) fue la canción que abrió el concierto y que supuso por parte de artistas y público toda una declaración de intenciones dejando claro que calentar está sobrevalorado y que este combate no se disputaría a los puntos. Seguidamente, “Tu nombre se escribe con sangre”, “Aguantando el chaparrón” y “Como los ratones” sirvieron para retroceder unos años en la trayectoria del grupo y traer de vuelta algunas de las piezas más representativas de sus primeros trabajos, pero sin descuidar sus lanzamientos más recientes como, por ejemplo “De corazón para adentro”, que se estrenó a principios de año y que fue rápidamente incorporada al imaginario colectivo de los seguidores de la banda.

Tras “El demente” y “Cuando se extingan las cucarachas” llegamos al ecuador de show con “Río”, originalmente grabada con Kutxi Romero para el álbum debut “Caballos de rienda larga” y que es, muy posiblemente, la canción de Bocanada favorita de quien os escribe, por razones que ahora no vienen al caso. A estas alturas de concierto, la camiseta de Martín está hecha jirones, para variar; el contador de pasos de Juanito ha dado varias veces la vuelta a la tierra y la expresión de Abel es totalmente desenfadada dentro de su habitual seriedad, mientras Pepo y Rupi mantienen con firmeza el timón de un barco que avanza frenético, pero certero.

Si en este momento hubiera entrado un extraterrestre en la sala, habría entendido a la primera por qué muchos de los fans de Bocanada recorren cientos de kilómetros para seguirles allí donde vayan y por qué han terminado formando comunidad; pues la perfecta conjunción de las doscientas seis almas que llenaban la López creaba una atmósfera imposible de describir e imposible de reproducir en cualquier otro contexto.

Después de adentrarse en el álbum de 2020 Ahora que los leones duermen (álbum cuya gira de presentación se interrumpió tras el primer concierto debido a la pandemia) con “Golpe de mar” y “Con los pies por delante”; tocó recibir al primer invitado de la noche, un bocanero de segunda generación y apenas nueve añitos llamado Sam que cantó “Huele a muerto” formando un espectacular tándem con Martín.

La recta final del concierto se inició con “Bocanada”, “Para siempre” y “Mala hierba”, canción en la que, como es habitual, el carismático cantante bajó del escenario para perderse entre el público, al que hizo partícipe del tema. Para terminar, el segundo y último invitado, Aarón Romero (vocalista de Linaje y sobrino de Martín) se marcó una espectacular colaboración en “Que me arranquen el pellejo” inmediatamente antes de que la sala se viniera abajo para cantar “Campo a través” a coro y despedir a sus anfitriones con una interminable ovación.

La banda ya ha anunciado que no girará en 2025, así que no perdáis oportunidad de verles en las tres fechas que restan de la gira u os arrepentiréis. Permitidme por favor que cierre la crónica diciendo que, después de haber cubierto sus conciertos de Barcelona, Trillo, Ribaforada y Zaragoza, estoy en disposición de afirmar que mi año hubiera sido muy distinto sin Bocanada.