Dentro de la numerosa lista de conciertos de la gira “Maleta, carretera y rocknroll” de los navarros Cobardes, el viernes 22 tocó hacer parada en Madrid. Ya cuando se anunció la fecha, muchos de nosotros nos preguntamos si la Sala Changó sería lo bastante grande como para asumir la demanda de entradas… la respuesta fue no. Unos días antes del evento se anunció que se había completado el aforo y no eran pocas las personas que, a modo de último intento, recorrían la larga cola que se formó ante el 42 de la calle Covarrubias preguntando si alguien tenía alguna entrada de más.
De dicha cola resultaban llamativos dos aspectos: el amplísimo rango de edad de la gente que esperaba pacientemente para entrar a disfrutar del show, y el gran número de músicos de otras bandas que allí se habían dado cita; todos deseosos de la experiencia de ver a Cobardes en directo.
Cobardes
Minutos antes de las 20:30, la sala abrió sus puertas y de manera asombrosamente ordenada, las seiscientas personas que habían tenido la suerte de conseguir entrada fueron ocupando su espacio tanto en la pista como en el piso superior, creando una imagen digna de contemplarse desde arriba.
Con un ligero retraso sobre la hora programada y tras el habitual violín de “Por una cabeza”, los cuatro componentes de la banda tomaron posición en el escenario y empezaron el concierto a ritmo de “Un beso y hasta siempre”, canción que cierra su último álbum Que Empiece el Baile (2023) y que da una pista bastante aproximada de la temática de las letras del grupo, en las que están muy presentes conceptos como las despedidas, el desamor, los sueños rotos y los proyectos inconclusos, pero dejando espacio para el deseo de iniciar nuevas aventuras y exprimir la vida al máximo.
Cobardes
La reacción por parte del público fue inmediata, después de todo, habían sido largas semanas de espera, y es muy difícil comer despacio cuando se tiene tanta hambre. “Rodeada de idiotas” y “Quinientas mil mañanas” terminaron de encender hasta la última de las almas allí presentes y, de pronto, toda la sala cantaba y saltaba al ritmo que imponían los navarros.
El arranque sin duda había sido apoteósico, ahora faltaba ver si los anfitriones iban a ser capaces de mantener al público arriba hasta el final de la contienda. Y vaya si lo consiguieron…. Cuando con “Maldito abril” llegamos al ecuador del concierto ya no existía ni el ayer ni el mañana, ya nadie pensaba en sus problemas o preocupaciones, sólo importaba el momento, sólo importaba cada verso y cada nota que conformaban cada una de las canciones; canciones que, como decía Calamaro, confiesan todo; pues está claro que los temas de Cobardes podrán gustar más o podrán gustar menos, pero nadie puede negar que están impregnados en una sinceridad que resulta casi dolorosa.
Cobardes
Tras “Caminos de algodón” y “Vuela”, llegó el momento para coger la guitarra acústica e interpretar “Sólo tú” mientras el público observaba fijamente, contagiado de la emoción que transmitía la voz de Cordobés, y se derramaba más de una lágrima sobre la pista y sobre el escenario de la sala por más que alguno se resistiera.
Después de la incontenible explosión de emociones que provocaron “Mis tacones” y “Otra noche”, se inició una recta final que estuvo compuesta por “En llamas”, “Romeo y Julieta” y “Cielo gris” y que creó el ambiente perfecto para terminar el concierto por todo lo alto con “Princesa en paro”, canción con la que el grupo cierra habitualmente sus conciertos y que provoca entre sus fans una sensación entre la euforia por lo vivido y la pena por lo terminado, como si se tratase del último día de vacaciones.
Una vez más, Cobardes demostró el por qué de su éxito: un rock honesto y nada pretencioso que engancha a quien lo escucha, quedando para siempre enredado entre sus letras y sus melodías, respaldado por un contundente directo que cuida hasta el más mínimo detalle. Directo del que todavía podremos disfrutar en Barcelona y Burlada, donde la banda pondrá punto final a una gira memorable. Recomendamos no perdérselo.