Decía Yosi Domínguez que “adiós” es la palabra más dulce que hay cuando estás seguro del regreso. Pues el pasado 30 de noviembre no fuimos pocos los que nos juntamos en la Sala Nazca de Madrid para despedirnos dulcemente de Bocanada, que celebraba el último concierto de la gira Hora de Comer Aire casi diez meses después de su inicio. Diez meses llenos de carretera, escenarios, canciones, saltos, buenos momentos, momentos no tan buenos y, sobre todo, ganas de dar la mejor versión de sí mismos en cada concierto.
Si algo ha caracterizado todas y cada una de las actuaciones de Bocanada durante este año (y los diecisiete anteriores) ha sido la intensidad y la entrega de sus componentes. Y muy posiblemente sea esta explosividad uno de los factores determinantes en el hecho de que sea imposible aburrirse en sus conciertos, aunque los hayas visto cinco, diez o quince veces a lo largo de una gira. De hecho, en la cola para entrar a la Nazca, pudimos ver y conversar con fans con los que habíamos coincidido previamente en lugares tan variados como Barcelona, Trillo, Ribaforada o Zaragoza. Fans que, a fuerza de kilómetros, habían llegado a constituir una pequeña comunidad unida por un corazón alado.
Bocanada
Con absoluta puntualidad, se abrieron las puertas y el poco más de medio millar de personas que aguardaban impacientes empezaron a acceder a la sala y ocupar de manera sorprendentemente ordenada el espacio que cada uno creía más conveniente, no dejando un solo centímetro de pista sin cubrir, pero al mismo tiempo sin dar sensación de agobio.
Llegado el momento, se hizo la oscuridad y, a diferencia de otros conciertos de esta gira, pudimos escuchar, a modo de introducción, unos versos del poema “Animal” recitados por Txema Benítez mientras los cinco músicos tomaban posiciones en el escenario, justo antes de arrancar violentamente con “Más animal” del álbum Libre (2017). Bastaron pocos segundos para que (por si alguien aún lo dudaba) quedara de manifiesto que Bocanada sale a por todas, que no da descanso y que no hace prisioneros.
Bocanada
La contienda continuó con “Tu nombre se escribe con sangre”, de El Sino de la Herida (2013); “Aguantando el Chaparrón”, de Agua y Barro (2011) y “Como los ratones”, de su álbum debut Caballos de Rienda Larga (2009). De esta manera ofrecieron un repaso por la discografía de la banda, a falta del último trabajo en el que recalarían un poco más adelante. Discografía cuyo único propósito, en palabras de Martín, es facilitar que la gente se aprenda las canciones para cantarlas en los conciertos; propósito sobradamente cumplido pues desde el primer verso hasta el último los de Berriozar están permanentemente acompañados por su público, incluso en los temas de publicación más reciente, como “De Corazón Para Dentro” o “Pidiendo Guerra” -canciones que, por supuesto, tuvieron un lugar destacado dentro del repertorio-.
Tras “El demente” y “Cuando se Extingan las Cucarachas” llegamos al ecuador del show con “Río”, canción que fue grabada en su versión de estudio con la colaboración de Kutxi Romero y que más de uno, en su fuero interno, albergaba la esperanza de escuchar interpretada por los dos hermanos, como ya pudimos hacer en septiembre. Pero en este concierto no hubo artistas invitados (aunque había una buena cantidad de grandes músicos perdidos entre el público).
Bocanada
Resultó especialmente emocionante la interpretación de “Llenos los Bolsillos”, entre cantada y recitada, transmitiendo una pasión que no tardó en contagiarse entre los asistentes haciendo latir al unísono todos los corazones de la sala, unidos por una red intangible, pero casi palpable.
“Golpe de Mar” y “Con los Pies por Delante” sirvieron para completar la muestra de Ahora que los Leones Duermen (2020) justo antes de que “Huele a muerto” nos hiciera suponer que se iba acercando el final del concierto, aunque Martín -que aprovechó para bajar del escenario en varias ocasiones a cantar con su público- insistía en que aún les quedaban treinta y seis canciones.
Con “Bocanada” y “Para Siempre” se inició una recta final, sentida encima y debajo de la tarima con la misma intensidad con que un escolar apura su último día de vacaciones; como quien siente que el viaje se está acabando, con una sensación a caballo entre la euforia por lo vivido y la resistencia a que termine.
Bocanada
En aquel momento, muchos hubiéramos pactado con el diablo para quedarnos a vivir en ese lugar y en ese instante. Muchos no hubiéramos querido en la vida más drama, que suenen acordes de los Bocanada y gritar otra vez que así estamos bien. Pero irremediablemente llegó el último baile, que no podía ser otro que “Campo a Través”, cuyas primeras estrofas fueron cantadas a coro por una sala fundida en un solo ser, y durante el cual Martín, ayudado por Zido, subió a Juanito a sus hombros creando una imagen imposible de olvidar.
Y tras esta increíble despedida y el posterior estallido de aplausos, llegamos al final de una gira que nunca hubiéramos querido que acabase, pero que conservaremos (creo que hablo por todos) eternamente en la memoria y que recordaremos con una inevitable sonrisa (y con alguna lágrima también)… puesto que además, el concierto fue grabado en video.
Dicho esto, sólo queda agradecer a Martín, Abel, Juanito, Pepo, Rupi, Zido, Maribel y Fran su gran trabajo durante todo este año y esperar que no tardemos mucho en volver a encontrarnos. Os estaremos esperando.