Algo que es muy conveniente que tengan claro todas aquellas personas que se dedican a la música, o a cualquier otra disciplina artística, es a qué público quieren dirigirse, a quiénes quieren que llegue su mensaje. Por supuesto, a todo el mundo le gustaría llenar estadios, pero hay artistas cuya naturaleza exige espacios más reducidos, ambientes más íntimos y un público más específico. Y quizá en ocasiones la medida del éxito no dependa tanto de cuántas entradas se venden sino de la manera en la que las canciones pueden sacudir el alma de quien las escucha.

El pasado 19 de diciembre fuimos poco más de 35 personas las que nos dimos cita en el teatro Off Latina de Madrid para ser testigos de la presentación en directo del EP “Extraversión” del músico navarro Pedro Fernández Razkin, recientemente publicado y que supone el tercer trabajo de estudio del que aquella noche fuera nuestro anfitrión, acompañado como siempre del guitarrista Joxerra Mitxelena.

En cuanto empezaron a sonar las primeras notas de “Huracán” comprendimos que el lugar no podría haber estado mejor elegido: una sala recogida, con paredes de ladrillo, presidida por un escenario con el tamaño perfecto para dos o tres músicos, una iluminación cálida y tenue y un sonido que parece abrazarte después de un mal día.

Tras “El raro eres tú” pudimos escuchar “Maldita”, primera de las seis piezas pertenecientes al EP que formaban parte del repertorio. Si bien es cierto que a primera vista -o a primera escucha- parece no diferir mucho de su obra inmediatamente anterior; sí resulta apreciable una mayor complejidad en la lírica, así como un puntito más de crudeza y sinceridad que permiten conocer un poco mejor al artista.

Continuamos la velada con “Que nadie apague tu luz”, posiblemente una de las canciones más reconocibles de la trayectoria en solitario del músico navarro y que constituye un firme alegato contra la violencia de género, así como un canto al empoderamiento y la libertad frente a quienes pretenden arrebatarla.

“Andrómeda” y “Banderas” precedieron a la presentación del primer invitado, el actor Óscar Goikoetxea, quien puso voz a un poema de Pedro recitando como sólo un hijo del teatro sabría hacerlo (no olvidemos que estamos hablando de alguien que ha interpretado a Moliere).

Seguidamente volvimos al EP con “Entonces duerme”, de Rosendo Mercado, canción a la que Razkin se había encargado de imprimir su propio carácter, pero manteniendo intacta la esencia de su autor.

“Me quiero vivir” y “Si se quiere, se está” marcaron el ecuador de un concierto en el que el público podría parecer, de lejos, un tanto frío; pero si se observaba con atención se detectaban en sus rostros muestras de la tormenta de sentimientos que se estaban desatando en el interior de cada uno de los presentes.

“Polizón” fue el siguiente de los temas de Extraversión que pudimos disfrutar en directo, justo antes de pegar un saltito hacia atrás en el tiempo con “Buscando en la basura”, de La Fuga, para la que contó con el segundo invitado de la noche, señor Eneko Rípodas, quien es responsable del trabajo que no se ve cuando Pedro y Joxerra salen de gira y a quien ya pudimos escuchar cantar “Rojitas” hace unos meses en Ribaforada.

“Robot” y “Persona vitamina” completaron la presentación del EP justo antes de que Joxerra cambiara la guitarra por el acordeón para interpretar un tango que hacía prácticamente imposible permanecer quieto en el asiento aunque se tratase de un teatro.

La recta final del espectáculo se compuso de “Malabares” (cuarto corte del álbum Norte), una versión del clásico de 1986 “Me cuesta tanto olvidarte”, que con total seguridad muchos prefieren -preferimos- al original y un sentido homenaje a Boni con una versión de “Pídemelo otra vez”, para terminar con “Sucia poesía”, que puso al público en pie como intentando convencer a los músicos de que se quedasen un rato más.

En resumen, algo menos de dos horas de versos cargados de sentimientos y sostenidos sobre una guitarra que los dispara certeramente desde el escenario a lo más profundo del corazón de quien se encuentre a tiro; pues habrá a quien Razkin le guste más y a quien le guste menos, pero es innegable que, de sus conciertos, nadie regresa ileso.