Como había comentado en alguna entrevista previa el bueno de Coque Malla, “cuarenta años si es algo, es mucho tiempo” y es que ante aniversarios asi siempre sale el típico “que veinte años no es nada” que cantaba Chavela Vargas, pero si que es, y mas cuarenta, es mucho más, y si hablamos del mundo musical, podemos decir que es una eternidad.

En estos tiempos en los que la música tiene la misma caducidad que el sushi, llegar a esa cifra es para hacer un homenaje como el que Coque Malla nos regaló y se regaló asi mismo. ¿Cuánto habrá soñado con un Palacio de los Deportes lleno?, si, que ya no se llama asi, pero si cuando comenzó su carrera musical. Y es que hubo de todo esta noche, por haber, hasta aparición de Cayena, progenitora del homenajeado, marcándose una coreografía. Pero vamos poco a poco.

Esa noche no era para a hacer prisioneros y comenzar con “Por las noches” es una perfecta declaración de intenciones, esa noche iban a sonar esos temas que todos esperaban incluida “la canción de las bodas” como dijo Coque, y es que, al igual que le sucede a Fito con su “Soldadito marinero”, los seguidores de determinadas bandas o solistas no nos damos cuenta de lo que es tocar cientos de veces el mismo tema, que no puedes bajo ningún concepto dejar fuera por riesgo al linchamiento. Con una confesión Coque dio paso a los primeros invitados de la noche “Cuarenta quizás sí que es un número que merece la pena, pero para mí era importante que todo lo que ocurriese esta noche fuese de verdad emocionante para asi poder contar una historia, mi historia, y que de alguna manera la hicieseis vuestra” y es que algo con lo que habían fantaseado delante de una botella de vino se hizo realidad esa noche, Rulo, Dani Martin y Coque hacían “¿Volverá?”.

No era noche de reproches, aunque alguno cayo, si, y si no que se lo digan a Dani Martin, que antes de abandonar el escenario nos pegó un cachete al estilo Sole en “7 vidas”, aquí si puedo hacer el símil porque por edad todos conocéis la serie, seguro. “Estabais tardando en llenar esto hijos de puta, que no se vuelva a repetir“. Por cierto, bien salvado el traspiés de entrar tarde por parte de Rulo, lo que hace la experiencia.

Coque se queda solo, acompañado por su guitarra al borde del quitamiedos para contarnos lo que sintió cuando dejo Los Ronaldos y tocaba en garitos para 40 personas su nueva música, por eso le dedicó “a los cuarenta estos que tengo aquí delante” la parte acústica e íntima que le “convirtió en el cantante y musico que es ahora”, una soledad que quiso compartir con, un tocado de la voz por su operación de voz hace unos meses, Leiva que salvo perfectamente “Hasta el final”. La dulzura llego de la mano de Annie B. Sweet y su entrada sin hacer ruido por la dulzura pero si destrozándolo todo por la emotividad de “No puedo vivir sin ti”.

Había mucha emoción, y por si fuera poco las pantallas del Movistar se llenaban de imágenes de infancia coronadas por la foto de Gerardo Malla, padre de Coque, al que dedico “Una sola vez”. Nada que ver con la aparición estruendosa de Ariel Roth y su “Mucho mejor”. La noche era de fiesta y nadie mejor que un urbano para seguir poniendo patas arriba aquello, y es que gente como Kase O son expertos en esas tareas.

Pero en los cumpleaños no se soplan las velas hasta que llegan todos a la celebración y para los bises quedaba la traca final, la aparición de Los Ronaldos, los míticos, los originales, fueron unos veinte minutos que no olvidara nadie, de esos que te compensan el precio de la entrada sin ninguna duda. Y para despedir, Ivan Ferreiro y “Me dejo marchar” ¿se puede pedir más?