Veinte años después de su última, y no exenta de polémica, actuación en Rivas; el cantante, productor y director Fermín Muguruza (Irún, 1963) volvió a visitar Madrid. Veinte años de censura institucional, de interminables impedimentos, de obstáculos y de amenazas que culminaron con la convocatoria de un concierto en el recién renombrado Movistar Arena.

Para este concierto, integrado dentro de la gira de conmemoración de sus cuarenta años en la música, Fermín había vendido en torno a quince mil entradas, convirtiéndose así en el músico euskaldun que más público había congregado fuera de Euskadi, superando el récord anterior en manos de Berri Txarrak.

A pesar de la importante presencia policial, el ambiente fue del todo distendido desde que a primera hora de la tarde comenzaron a juntarse en las inmediaciones del recinto los primeros grupos de seguidoras y seguidores del músico, venidos de todas partes de la península, alguno incluso del otro lado del Atlántico, que cerveza en mano y ataviados con camisetas de Kortatu y Negu Gorriak reían y conversaban celebrando, de alguna manera, la victoria de la libertad de expresión que representaba aquel evento.

En primer lugar pudimos disfrutar de la actuación de Tremenda Jauría, formación madrileña que desde hace aproximadamente diez años ofrece una música difícil o imposible de etiquetar, pero que hay quien califica como electrocumbia.

Durante alrededor de media hora, la banda inundó el recinto de unas muy pegadizas melodías acompañadas de unas letras que anhelan justicia social, creando así un ambiente festivo a la vez que reivindicativo, del que disfrutaban visiblemente tanto los fans de la formación como aquellas personas que, aun no habiéndola escuchado antes, habían entrado pronto para coger un buen sitio.

Tras un rápido pero, de alguna manera, interminable cambio de configuración del escenario y tras la proyección de un breve video a modo de introducción, la banda que acompaña a Fermín Muguruza tomó posiciones en el escenario mientras interpretaban “Maputxe”. La emoción resultaba prácticamente incontenible; muchos de los presentes llevaban años esperando a ver al músico gipuzkoano en directo y el momento había llegado. Y esa emoción terminó por detonar salvajemente cuando nuestro anfitrión salió al escenario y comenzó a cantar “Urrun”, a la que siguió “Eguraldi Lainotsua Hiriburuan” justo antes del primer salto en el tiempo de la noche a través de “Hay algo aquí que va mal”. La espera había concluido y por fin Madrid podía disfrutar de un espectáculo que le había sido negado por su clase política desde hacía dos largas décadas.

Y así se fueron intercalando varias de las canciones más representativas de la trayectoria del que fuera vocalista de Kortatu, quien tuvo además palabras de recuerdo para víctimas recientes del fascismo en España; como Carlos Palomino, asesinado hace casi 18 años; o Lucrecia Pérez, tiroteada en noviembre de 1992 por un grupo neonazi en Madrid.

Pero quizá el más emotivo de los recuerdos fuera para su hermano Iñigo, fallecido en 2019 tras una larga enfermedad, del que se proyectaron varias imágenes en las pantallas gigantes. No sabemos si, como decía Fermín, el menor de los Muguruza estaba allí en ese momento, pero sí podemos asegurar que estaba en la mente de las quince mil personas que ocupaban el recinto.

La primera colaboración de la noche corrió a cargo de Tremenda Jauría, quienes salieron al escenario a participar en “Nicaragua Sandinista”. A esto le siguió la colaboración de Begoña Bang-Matu en “Down to the river to pray” y “Black is Beltza) llegando así a la mitad de un show que continuó con “After Boltxebike”, “Hiri gerrilaren dantza” y una improvisación en castellano del bertsolari Jon Maia.

El tramo final del concierto se inició con “Etxerat” y una colaboración de Karlos Animal en “Zu atrapatu arte”, quien contó con varios miles de voces de apoyo para ejecutarla mientras la euforia terminaba de desatarse en lo que algún día fue el Palacio de los Deportes.

“Kolore bizia”, “Radio Rahim” y “Dub Manifest” dieron paso a una interpretación de La Internacional a cargo de la trikitixa de Xabi Solano, justo antes de “Errespetua” y de “El último ska de Manolo Rastamán”, que sirvió para presentar a la banda.

En el momento de entrar al concierto, a cada asistente se le hizo entrega de una bandera palestina, banderas que fueron blandidas durante “Yalah, Yalah, Ramallah!” como clara muestra de repulsa y condena al genocidio que Israel viene llevando a cabo con total impunidad desde hace ya demasiado tiempo.

Seguidamente, volvieron a unirse todas las voces para entonar “Lepoan hartu ta segi aurrera”, canción de Pantxoa eta Peio con la que tantos conciertos terminaron los desaparecidos RIP; y, tras “Gora Herria”, tocó despedirse con la última colaboración de la noche, la actriz Itziar Ituño quien, acompañada por Tremenda Jauría, interpretó junto a Fermín el clásico de Kortatu “Sarri Sarri”, poniendo fin a dos horas y media de concierto que no había sido sólo un concierto, sino un símbolo de resistencia y de actitud combativa e infatigable frente a todos aquellos que se han encargado de impedir que el irundarra actuase en Madrid.

Esperamos no tardar otros veinte años en volver a verle.