Hay personas que son verdaderas referentes dentro de la música, al margen de modas y gustos personales, y uno de los grandes nombres dentro de la escena estatal es, sin duda alguna, Ramoncín, una persona con una trayectoria de casi 5 décadas en activo, pese a estar fuera de la actividad musical durante unos 6 años en los 90 y con sus momentos más altos y otros de no tanta aceptación por parte del público, pero sin dejar de crear grandes canciones.
Y ese tercer sábado del mes de marzo iba a visitar el Escenario Santander, a donde yo regresaba justo un mes después de mi anterior presencia, para ver, por primera vez, un concierto integró de citado artista, ya que la anterior vez que pude disfrutarlo fue solamente en el final de su actuación en el Palacio de los Deportes de Santander.
La discografía del artista madrileño la componen los discos “Ramoncín y W.C.?”, de 1978, “Barriobajero”, de 1979, “Arañando la ciudad”, de 1981, “¡Corta!”, de 1982, “Ramoncinco”, de 1984, “Como el fuego”, de 1985, “La vida en el filo”, de 1986, “Fe ciega”, de 1988, “Miedo a soñar”, de 1998, el album de versiones “The Cover Band 1965-1975”, del 2009, y “Cuando el diablo canta”, del 2011, además de varios directos y recopilatorios.
Para esta gira está acompañado por una banda que la integran el propio Ramoncín, voz, guitarra y armónica, Guss Martín, guitarra y coros, Jota Moya, guitarra y coros, Gabriel Abril, guitarra y coros, Jesús Varas, teclados y coros, Danny Crowl, bajo, y Eric Domínguez, batería.
Pese a que la entrada no fue la esperada, había buen ambiente dentro del local santanderino cuando la actuación comenzó, con la habitual puntualidad del citado espacio, saliendo los músicos con una intro de fondo, para hacer acto de presencia, poco después, el propio Ramoncín guitarra en mano, mientras sonaba una grabación de la que dijo que era la persona más poderosa del planeta y es que, mientras pueda y haya gente muriendo por las guerras, él seguirá tocando “10 segundos”, de su último disco de estudio, un tema que empezó lento y calmado, pero que fue cantado con fuerza, cogiendo más energía gradualmente y haciendo sonar la armónica, con un buen solo de Guss y acabando el corte de manera relajada.
Ramoncín
Turno para un tema que, aunque ya tiene algunos años, todavía no ha sido grabado, “No volarán”, el cual empezó intenso y eléctrico, además de ser muy cañero, pero con partes melódicas y un estribillo pegadizo, para viajar hasta su disco de 1998 en donde estaba recogido “Sangre y lágrimas”, una pieza que comenzó con mucha fuerza y velocidad, siendo también muy guitarrera y movida, contando con ese parón para recuperar la energía previa y con alternancia en los solos a cargo de Guss y Jota.
Y llegaba el primer clásico de la noche en forma de “Putney Bridge”, de su tercer disco, un tema que tuvo un inicio movido y bailable, antes de desembocar en el característico sonido del mismo, que fue muy celebrado en cuanto fue reconocido, un corte muy cantado y con el que nos llegaron muchos recuerdos, con esos falsos finales, antes de que concluyese, para avanzar hasta su quinto disco, ya con Ramoncín sin su guitarra, para interpretar “La chica de la puerta 16”, una pieza que empezó calmada y en la que nos saludó y se mostró encantado de estar en Cantabria otra vez más, comentando que habla sobre los hombres que quieren poseer a las mujeres, intensificándose y siendo muy coreada esta bonita canción, que tuvo un gran solo de Guss.
Más atrás en el tiempo se remontó para interpretar “Chuli”, de su segundo trabajo, un tema que empezó con otro gran solo de Guss y que fue cantando con fuerza, pero siendo un corte muy calmado y que fue coreado por todos los presentes, acelerándose más adelante y cogiendo energía, con otra buena sucesión de solos, primero de Jota y luego de Guss.
Precisamente Jota fue el que dio inicio a “¡Hola muñeca!”, compañero del anterior en ese mismo álbum, sonando de manera relajada, aunque intensificándose en el estribillo, un tema muy cantado y con Ramoncín silbando este corte que resultó lento y pesado, con un buen solo de Guss y en donde pararon el mimo para que coreásemos nosotros, tras el que Ramoncín nos mostró sus dotes para silbar y llevarnos a su trabajo de 1986 con “Por ti me he vuelto loco”, una pieza que empezó con fuerza, siendo muy movida y pegadiza, además de bailable y en la que hizo sonar una vez más la armónica.
Ramoncín
Era el momento de recordar su cuarto disco en donde estaba recogido aquel “Canciones desnudas”, que comenzó a tocar Jota, un tema muy movido en su inicio y en donde Ramoncín nos demostró esa voz tan personal que posee, dejándonos un corte muy pegadizo y celebrado y del que nos contó, al acabarlo, una anécdota que tuvieron con el mismo en televisión, para continuar con “Reina de la noche”, de su tercer trabajo, una pieza muy animada y que fue cantada con mucha fuerza, siendo muy coreada y con una parte en donde el bajo toma más protagonismo y con Ramón bajando a pasearse delante de las primeras filas, dejándonos una canción muy disfrutada.
Una de las peticiones más celebradas por parte del artista fue la de que dejasen de echar humo desde el escenario, ya que ni ellos nos veían a nosotros, ni nosotros a ellos, para volver a recordar su trabajo de 1986 con un par de temas, siendo el primero en sonar “Cuerpos calientes”, un corte que fue empezado por los teclados de manera muy tranquila y con un bello sonido, una buena canción, muy quedona, buscando y logrando los coros de la gente, bajando a las primeras filas todos los músicos y acelerándose al final.
Y siguiendo en ese mismo álbum llegaba el turno de un corte muy celebrado como es “Como un susurro”, el cual empezó de manera calmada por el sonido de los teclados, con el propio Ramoncín bajando a cantar entre el público, un tema que fue muy cantado y coreado, siendo una canción muy entrañable, acrecentado por ese momento tan especial, terminando la misma con Ramoncín ya sobre el escenario, con un gran solo de Jota y prolongando el final con las palmas de la gente.
Ramoncín
Todos los músicos, a excepción, lógicamente, de Jesús y Eric, se sentaron al borde del escenario, antes de presentar a la siguiente canción, “Una como tú”, una de las piezas inéditas en aquel recopilatorio llamado “Ángel de cuero: 20 años de canciones”, del 2000, anunciada como políticamente incorrecta, como casi todas la que tenían, la cual comenzó movida y levantándose cuando cogía más velocidad, dejándonos una composición muy pegadiza y animada, con la armónica asomando al final.
Tras hacer algunos ajustes en el bajo, continuaron con “Bajando”, de su cuarto disco, un tema que empezó con un pal mute de Guss y de manera calmada, pero que luego fue cogiendo fuerza, dejándonos un corte muy pegadizo y movido, para recordar su ópera prima con “Rock and Roll Duduá”, que fue unida al anterior, una canción con intensidad en su inicio y que fue muy celebrada y quedona, además de animada, haciendo que aquello fuese una fiesta mayor y contando con un ritmo muy rockero.
Sin pausa alguna, llegaba el turno de “La cita”, de su disco de hace 40 años, y es que teníamos todos una cita con ellos esta noche, un tema muy cantado y con Ramoncín asomando entre las primeras filas, mostrándonos un corte muy movido y animado, que contó con un enorme solo de Guss y un breve, pero muy efectivo solo de batería en su parte final.
Hicieron una breve pausa sin marcharse del escenario, para encarar lo que podíamos entender como el comienzo de los bises, contándonos la historia en la que se basó “E.R.D.P.F. /El rey del pollo frito”, de su ópera prima y que ahora canta en tercera persona, que era como en un principio la ideó, una canción, que se inició con ese sonido tan contundente, siendo una pieza muy celebrada y coreada, además de pegadiza, mientras todos los presentes disfrutábamos con la misma.
Avanzaba hasta su segundo disco con “Felisín el vacilón”, una persona que era todo lo contrario al protagonista del anterior tema, el cual sonó muy movido y animado, además de ser un corte muy pegadizo, recuperando su sexto trabajo con la canción que le daba inicio, “Estamos desesperados”, no sin antes preguntarnos si estábamos cansados, con la negativa respuesta de la concurrencia, una pieza que tuvo ese sonido de armónica inicial, muy bailable y celebrada, con Ramoncín cantando cerca de las primeras filas, contando con un ritmo reggae y sonando muy quedona.
Ramoncín
En esta altura del concierto Ramoncín recuperó su guitarra, antes lanzarse a interpretar “¡Déjame!”, de su disco de 1986, que tuvo un comienzo guitarrero, ofreciéndonos un corte muy movido y cañero, que sonó con mucha fuerza, contando con una gran solo de Guss, parando para que la gente cantase, siendo un tema muy potente y para el que Ramoncín y Guss bajaron a tocar delante de las primeras filas.
Más tranquilo fue el comienzo de “Miedo a soñar”, del disco de igual nombre, aunque contó con un gran solo inicial de Jota, relajándose después, siendo una pieza muy bonita, pero con un buen sonido de guitarra a cargo de Guss, para acelerarse en su segunda parte, volviéndose muy intensa, aunque de nuevo se sosegó, mientras los músicos tocaban delante de las primeras filas, cogiendo de nuevo velocidad y dejándonos unos enormes solos finales dentro de esta inmensa composición.
Y encarábamos la recta final de la velada y lo íbamos a hace con el corte que abría su quinto disco, el popular “Al límite”, ya con Ramoncín sin su guitarra, con la gente coreando, para deleite del artista, y que tuvo ese inicio tan conocido, armónica incluida, parando para agradecernos nuestra acogida, así como a la sala, los técnicos y la gente del puesto de merchán, presentando, uno a uno, a sus compañeros en el escenario, y reconociendo que, si no estuviésemos nosotros, nada tendría sentido, recuperando el tema y prolongándolo con el sonido de la armónica.
Precisamente fue el sonido de ésta la que dio inicio a la canción más conocida del artista, “Hormigón, mujeres y alcohol”, la que abría su tercer disco y que fue cantada por todo el mundo, haciéndonosla corear, enloqueciendo a la gente, que no paraba de celebrarla y con Ramoncín delante de las primeras filas, intensificándose más adelante y con ese parón para recuperar el final.
Ramoncín
Así y con el artista dándose un verdadero y muy merecido baño de masas, concluía, tras más de dos horas y media sobre las tablas, este grandísimo concierto de Ramoncín y su banda, demostrando que el que tuvo retuvo, rodeado de unos fantásticos músicos y tocando sin prisa, disfrutando de cada segundo la esencia de lo que es una verdadera velada de rock and roll, como la que ellos nos ofrecieron.
Reconozco que iba con muchas dudas acerca de lo que me podía encontrar, pero estas se disiparon nada más empezar la velada, la cual no haría nada más que ir ganando en interés, gracias a la complicidad del artista, primero con su banda, algo que se puede apreciar en todo momento, como y sobre todo con un público, compuesto por fans del músico y otros, como era mí caso, que no le habíamos seguido tanto, pero que acabamos todos entregado a la gran actuación del septeto.
Olvídate de prejuicios y vete a ver a Ramoncín en directo, ya que vas a disfrutar de una gran noche de rock and roll de altos quilates; yo, en cuanto pueda, repito.
Todavía asimilando lo que acababa de ver y tras despedirme de alguno de los presentes, me fui del Escenario Santander, tras haber gozado con la actuación de Ramoncín y su banda, que, no solamente repasaron buena parte de su discografía, sino que hicieron un concierto generoso, deleitándose en cada tema y haciéndonos partícipes de ellos en todo momento, gracias a esa proximidad con los asistentes; realmente una noche increíble.