Dicen que la espera alimenta el deseo, y puede que en el caso del último trabajo de larga duración de Adormidera, esta afirmación sea más cierta que nunca. Poco más de cuatro años después de aquella inolvidable presentación del disco anterior, Arqueología de una Ola (sentados y con mascarilla), la artista alicantina afincada en Madrid volvió a convocar a sus seguidores, esta vez en The Bassement Club (antigua Sala Revólver)
Y allí nos dimos cita alrededor de 160 personas el jueves 27 de marzo para volver a disfrutar del potente directo de Adormidera, en esta ocasión con banda, pues hace unas semanas unos pocos privilegiados pudimos verla en acústico en el Búho Real.
Adormidera
Minutos después de las 21:00, Tamara salió al escenario acompañada del guitarrista y productor Sergio Sancho, el bajista Manolo Mejías y el incombustible Coki Giménez a la batería; y tras el protocolario “Buenas noches Madrid” pasaron a presentar uno a uno los diez temas que conforman La Leona, proyecto del que tuvimos ocasión de hablar cuando la entrevistamos en diciembre de 2022, pero del que apenas nos dio información, más allá del título y de que sería cocinado en el mítico Estudio Uno de Colmenar Viejo (Madrid).
“Qué bueno que tú hayas llegao” fue la canción elegida para abrir el show y, de paso, transmitir una idea muy aproximada de lo que estábamos a punto de presenciar, tanto para los y las seguidoras de atrás como para sus descubridores más recientes. Bastaron apenas dos estrofas para que el 26 de la calle Galileo se inundara de una poesía cuyos versos parecían flotar sobre unas melodías suaves y seductoras, pero al mismo tiempo afiladas. Unos versos que se sienten como esos abrazos que hacen llorar, pero que resultan cálidos y reconfortantes y de los que resulta imposible escapar.
Adormidera
Durante “La danza de los girasoles” y “La Leona” -y una vez pasado el ansia inicial por reflejar en imágenes lo que ocurría encima del escenario- pude comprobar, mirando hacia el público, que habían venido con los deberes hechos, que se habían estudiado las nuevas canciones y que muchos de los y las presentes las cantaban, pero lo hacían de manera casi reverencial, como intentando evitar que sus voces desmejorasen la experiencia para quien tuviesen al lado.
No fue hasta la mitad del concierto cuando dimos un pequeño saltito atrás para recuperar “Rojas piedras”, perteneciente al trabajo anterior y que fue originalmente grabada con la colaboración de Vito Íñiguez, inmortal voz de Sínkope. Canción que, al tener un ritmo más acelerado sí dio ocasión a un visible aumento de la intensidad por parte del público.
Tras “Me aprendí el camino” llegó el momento de cambiar la guitarra eléctrica por la acústica para interpretar “Mi adormidera”; interpretación que sabemos a ciencia cierta que hizo rodar alguna lágrima por las mejillas de más de una y más de uno… que no hicieron absolutamente ningún esfuerzo por ocultarlo. Y es que esa noche se respiraba un ambiente de intimidad y complicidad que nos hacía sentirnos cómodos y seguros los unos con los otros aunque acabásemos de conocernos.
Adormidera
La recta final se iniciaría con “La pena”, a la que siguió “Dos golondrinas”, que a su vez dio paso al segundo y último saltito atrás a través de “Esa puta canción”, quizá una de las piezas más icónicas de Adormidera y que, curiosamente, estuvo a punto de ser descartada del álbum al que pertenece.
“Bésame lento y bonito” puso el punto final a un concierto que había hecho precisamente eso, besarnos muy lento y muy bonito; desposeernos del alma y la voluntad y dejarnos con una sensación a caballo entre la satisfacción por lo vivido y el deseo irrefrenable de volver a experimentarlo lo antes posible.