Cada año aparecen
nuevos festivales de música, la oferta es cada
vez mayor las fechas coinciden y hay mucho donde elegir,
así que se hace también muy difícil
sacar adelante un proyecto así. El año pasado
en Cantabria un grupo de
gente con muchas ganas e ilusión, que es lo que
hay que tener en estos casos, organizó como pudo
el Bike Rock festival. Los resultados tal vez no fueron
los esperados, pero a pesar de ello este año no
han dudado en repetirlo.
Un cambio de fecha era
algo necesario. A finales de agosto,
como sucedió en la primera edición, la gente
igual ya está cansada de tanto festival y sino,
son los exámenes o las vacaciones. Así que
prepararon todo para el 10, 11,
12 y 13 de julio.
Las expectativas eran grandes, importantes cabezas de
cartel como Sepultura, Rage,
Barricada, Jorge Salan, Lost
Horizon, Warcry y otros tantos grupos, así como
un concurso de maquetas a nivel nacional y un show bike
y una ruta motera, eran el reclamo para que este año
todo saliese como se esperaba.
Sin embargo en dos años
todavía no se coge la experiencia
necesaria para llevar acabo algo de este tamaño,
nervios y prisas antes de las fechas hacían que
todo pareciera un caos, pero salvando todas las dificultades
pudo comenzar el festival sin ningún problema aparente.
Un marco incomparable, una zona de acampada como ninguna
habíamos visto, una guía con todo lo necesario
para seguir los conciertos y actividades de esos días,
una carpa con mesas y bancos para esconderse del sol y
descansar con un katxi en la mano,
baños y duchas limpias, todo cuidado y preparado
para que la gente disfrutará de estos 4 días
con todas las comodidades posibles.
Se echó en falta
visitantes de otras comunidades. Poca gente durante los
tres días. Esto hizo
que los que los que ahí estábamos nos sintiésemos
como en casa, ni una cola, ni aglomeraciones de gente,
ya típicas en otros festivales. La ruta motera
tuvo que ser suspendida debido a las pocas inscripciones
y es que a pesar del concurso preparado para las motos,
pocas fueron las que se acercaron hasta las
playas de Langre.
Y acabado ya todo hay que
mirar los resultados obtenidos. La gente se puede decir
que se llevó buena impresión de lo que ahí
sucedió, grandes conciertos en los horarios previstos
y un trato fantástico
de la gente y la organización. Sin embargo no sabemos
si el año que viene nos volveremos a encontrar
este festival en nuestras agendas, y si es así
que cambios tendrán que hacer. Desde aquí
quiero animarles a seguir involucrándose en proyectos
de este tamaño, lo más difícil ya
está hecho. Y que mejor escenario que los acantilados
de Langre para disfrutar
durante 3 días de buena música.
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