Tengo el enorme placer de presentaros el segundo disco de la banda cántabra Insurrectos, diez canciones rápidas, intrépidas y donde se nota la cresta a la legua, no sólo en la cabeza, ésta sale del corazón y del alma de todas y cada una de las frases de la banda. Esta colección de canciones lleva por título "Cuando ya no quede nada".
 
¿Qué pasará cuando llegue el final?, ¿cuándo nos encontremos en la más absoluta miseria?. No lo sabemos, pero lo que dejan patente los Insurrectos es que ellos no están faltos de ideales, de sentimientos y de pensamientos que plasmar en sus letras. Siendo todos sus temas muy revolucionarios y cargados de una energía que invita a reflexionar y a luchar. Una fuerza que da el impulso necesario para no quedarse en el sofá, para levantar la voz y revelarse contra el consumismo compulsivo, para reivindicar la lucha obrera, la lucha contra el poder, homenajear los "incidentes" de Reinosa de 1987 y un largo etcétera. Sin duda alguna, las letras de Insurrectos son un gran aliciente y tienen un mensaje poderoso y contundente.
 
Y como no podía ser menos acompañan sus ideas de una música bien elaborada, con una base punk pero que no llega nunca a aburrir ni a resultar monótona, matizando los temas los riffs de guitarra y la intrepidez de una batería que sabe pegarle a los platos y destacar por su falta absoluta de mediocridad.
 
Y como no sólo de punk vive el hombre, nos dejan con la colaboración del violín de Manu en "Acordes de libertad", para mí el mejor tema de este disco. También resulta sorprendente la vuelta de tuerca de "La cuenta sigue abierta" con el aporte hiphopero de Rubal y Hugo. Y como no, el violín de Javi en "Efecto Iguazú".
 
Claro está que los temas anteriormente mencionados se llevan la palma por su mayor cromatismo, pero tampoco se quedan atrás otras canciones como "El abuso del progreso" o "Reinosa - 87". Y para cerrar toda esta locura la rapidez llega a su máxima expresión con "Muñeco maniatado".
 
Pues sí, tal vez como ellos mismos afirman, Insurrectos sean lo malo conocido. Un gran ejercicio de humildad, porque yo personalmente opino que en este asunto de los refranes de "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", para mí ellos más bien son lo bueno conocido.
 
Esperamos que sigan haciendo ruido por muchos años, aunque les corten el sonido.
 
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