Estoy más que harto de escuchar tanto a las compañías de discos como a los debidos músicos que con su nuevo disco han alcanzado un grado de madurez considerable para al final comprobar que todo sigue igual o peor y es que la palabra madurez se suele usar con demasiada ligereza al describir la evolución de una banda, pero pocos adjetivos más certeros se me ocurren para calificar el paso que han dado los catalanes Crisix en "Rise.... Then Rest", dándole al factor riesgo máxima prioridad y colocando el thrash metal de vanguardia nacional a la altura de otras producciones foráneas, abriendo así el camino para todas las que puedan venir después. Si con "The Menace", dieron una imagen de grupo thrashero metálico feroz e irreductible en "Rise... Then Rest" han tenido claro desde su gestación que querían ofrecer algo diferente y como llegar a alcanzarlo, iniciando los cambios desde los cimientos y desarrollando hasta límites insospechados un estilo que ya tienen muy trabajado, actualizar las escalas de old school thrash metal mediante la utilización de algunas estructuras típicas del heavy metal, destellos crossover resaltantes y ritmos más rápidos y agresivos, casi hardcoretas, pero por supuesto conservando intacta su fuerza y brutalidad thrashera y agresividad speed metalera, sin hacer concesiones a la comercialidad, más bien, otorgando a su música una cierta índole vanguardista.
Las canciones avanzan entre espasmos y brotes de locura, alardes virgueros, una base rítmica poderosa, sin grietas, que se te clava cual arpón afilado y una voz incendiaria en plena combustión, trasmitiendo la impresión de haber mamado de la agrietada ubre cabezona desde la mismísima cuna, tal como chupetearon los grandes pioneros: Testament, Anthrax, Overkill o Slayer; primando la velocidad típica del estilo sobre cualquier otro concepto y demostrando que los matices pueden decantar un conjunto hacia una personalidad propia. Pepinazos termonucleares precisos, directos a la yugular, en los cuales despliegan, a tumba abierta, toda su artillería percutiva y recursos sin fin, para dejar más que claro que su debut no fue un golpe de suerte. Con tal solo con escuchar andanadas como "I.Y.F.F", "Frieza The Tyrant", "Bring ´Em To The Pit", uno puede cerciorarse que continúan siendo infalibles machacando cráneos, sacado a relucir su lado más criminal con un blindaje de guitarras asesinas y dobles bombos absolutamente demenciales. Una habilidad innata para casar ritmos machacones y lucha por doblegar a la naturaleza, rehusando de trazar ininterrumpidamente progresiones previsibles ni dar una sensación de un quiero y no se muy bien cómo hacerlo. Una reafirmación de que quizá no deberíamos olvidarnos de ellos tan pronto.
Un disco que lubrica, potencia y pasa de revoluciones la vieja maquinaria, mejorando sus prestaciones y revitalizando el género de forma inesperada con su forma fresca y desinhibida de entender el thrash metal. Es posible que la calidad del disco de deba a los brutales riffs de Marc "Busi" Busqué y Albert Requena, a los ataques directos al sistema nervioso de Javi Carry, a base de una pegada con mucha velocidad y técnica, de efecto equivalente a como recibir una paliza extenuante o los infectados y hostiles registros vocales de Juli Baz capaces de provocar en la mente del oyente deseos de agresión, aunque seguramente todo suena tan bien debido a la consistencia de la banda y la soberbia producción de Javi Félez (Graveyard) en los estudios Moontower de Barcelona. Un suicidio escuchar con cascos barbaridades como "Seven" o "Scars of the Wolf", puesto que corres riesgo de quedarte sordo de por vida. No obstante, no todos son momentos en los que parece que la gasolina vaya a prender fuego, se aprecia un cierto deseo de levantar el pie del acelerador en beneficio de una potencialización de su riqueza tímbrica e instrumental, acompañado de un acertado rociamiento del espíritu más thrasher y divertido del combo americano Anthrax, en determinados cortes como en "Volcano Face" , una bonita historia de amor donde las guitarras cortan como cuchillos tanto a la hora de abordar los solos como de dibujar riffs de esos que se te quedan grabados a fuego en el cerebro, todo ello con una base rítmica tan dura como flexible e impregnada de un aroma ciertamente vivaracho, su particular homenaje a la película de terror "El Ejército De Las Tinieblas" en "Army Of Darkness" o la camaleónica " Waldi Gang", polivalente suite thrashera en la cual dan cabida a todo su amplio abanico de influencias.
Y es que aunque el giro haya sido algo más arriesgado de lo recomendable en un grupo que, al fin y al cabo, todavía se está moldeando, lo cierto es que la calidad que llevan dentro es tan grande que no incurren en ese error de muchas otras que se autoabastecen de puro voluntarismo y acaban en el dique seco por falta de esa chispa, toque especial que les haga destacar del resto. Estamos ante la sorpresa monumental de la temporada, un trabajo en el que se encuentra todos los elementos que necesita un gran disco de thrash metal, sin ceñirse exclusivamente a la invariabilidad como sinónimo de clasicismo dentro del género, sino creando auténticos cañonazos que merecen perdurar en la posterioridad por la enriquecedora diversidad de matices y las mil y una dimensiones que esconden cada uno de ellos. Sin duda, un peldaño más en una carrera que promete muchas sorpresas
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