He de reconocer que para mi supuso una pequeña decepción descubrir que el séptimo disco de los Caskärrabias iba a ser un directo acústico que no iba a contener material nuevo. Cada disco de Caskärrabias es una nueva oportunidad de disfrutar de ese "artesano de la canción" que es Kake Lago. Te puede gustar el resultado o no, pero sabes que no te está vendiendo humo. No hay poses, no hay consignas fáciles ni procesos mecánicos en la composición. Es solo una canción. Perdon, UNA CANCION (así en mayúsculas). La unidad básica de medida... y es que los sentimientos en el rock and roll se miden por canciones, no por discos, ni por descargas, ni por asistencia a los conciertos ni por nombres... y los sentimientos se suelen acabar tan rápido como uno alcance su primer éxito de ventas. Y es que al igual que en la vida, los más grandes no están debajo de la luz de los focos.
 
Después de muchos años puedo afirmar que no he encontrado (y no será por no haberlo buscado) a nadie que escriba como Kake. Nadie cuenta lo que cuenta Kake y nadie lo cuenta como lo cuenta él. Y eso en un país en el que cualquier tonto o cualquier letrista de medio pelo puede autoeditarse un libro de poemas para sacarles unos eurillos extra a sus seguidores en el puesto de merchandising, es decir mucho.
 
Gracias a bandas como Caskärrabias sabemos que al rock urbano, todavía no se le han fundido los polos. Y es que "los Caska" son una banda que ha nacido sin reloj biológico (como todas "las de verdad"). Son dueños de su propio destino, tienen claro lo que quieren y por eso ponen el corazón y disfrutan con lo que hacen. Gozan de la claridad vital como banda del que sabe y comprende que lo verdaderamente importante es lo que ocurre en el camino y no si llegas a tu destino. Por eso llevan con este su séptimo disco en 20 años, porque ellos no entienden de cifras, de giras, de discos por año; ellos entienden de cicatrices y golpes encajados en el rock y en la vida, y las lucen con orgullo. Y no es para menos. Caskärrabias son un símbolo en mismos por todo eso, porque uno encuentra una trayectoria hecha a base de actitud, honestidad y ser fiel a sí mismos. Porque Kake se preocupa de sangrar canciones mientras otro en su lugar estaría reuniendo a la formación original de Boikot, porque miran a los ojos a la industria musical y la mandan a tomar por culo, porque saben lo que es levantarte a las 7 de la mañana y pegarte con tu jefe porque tienes un concierto, porque saben lo jodido que es suspender un concierto por joderte una rodilla y no por vender pocas entradas… y así podría seguir todo el día.

Todo esto que comento me hace no ser objetivo del todo, porque a mí ya me han ganado con el simple hecho de sacar disco. Porque mientras hay gente que devorada por su personaje y desde la comodidad que da ser exmiembro de Barricada recomienda a los músicos dejar de llorar y coger una fregona, los Caska que las han visto de todos los colores, simplemente sacan un nuevo disco. El movimiento se demuestra andadando y no hablando.... Y por eso en cada disco de Caskarrabias, se aprende más sobre rock que en cualquier entrevista a El Drogas. Son la actitud hecha carne.
 
Precisamente por todo lo dicho hasta ahora, mis expectativas con ellos son grandes y que el disco te decepcione es un escenario que entra dentro de lo posible. Así que he de reconocer que un sudor frio me recorrió al tener el disco en mis mano ya que el repertorio me dejo bastante frío. Poco o nada encajaba con lo que yo hubiera incluido en un disco en directo.
 
Pero Caskärrrabias es un grupo que se reinventa a sí mismo sin perder la esencia, por eso encontramos el mejor homenaje que se podían dar después de 20 años de carretera. Un trabajado directo en el que se rodean de amigos y exmiembros para desnudar algunas de sus canciones y mostrarlas en formato acústico. En este disco podemos ver todo eso de lo que hablaba un poco más arriba, canciones que hablan por sí solas y que desprenden el regusto al mejor rock urbano. En un clíma íntimo y en el que priman los sentimientos vemos como las canciones se hacen grandes con esa desnudez acústica y podemos ver como incluso algún que otro tema que pudo habernos pasado desapercibido en su versión original cobra una fuerza que desconocíamos o no sabíamos ver.
 
Por eso este disco, a pesar de las reticencias iniciales me ha sorprendido gratamente. No es un directo al uso. Es el mejor homenaje que podían rendir a su público y a sí mismos, un derroche de corazón contando en tal empeño con la ayuda de gente que ha sido especial dentro de Caskärrabias. Lo que le hace más especial si cabe. Una lección de rock urbano de un grupo que está donde quiere estar, y que no mirar hacia fuera, le hace fijarse en sí mismo. Apuntalando virtudes y corrigiendo defectos... y trabajando directos como este. Sólo hay que echar un vistazo al DVD para ver las caras de satisfacción de los protagonistas. Discos como este pueden suponer para muchos una reconciliación con el rock urbano, ya que la canción recupera ese poso de sentimiento que nunca debió perder, y que nunca debimos dejar que perdiera. "Sólo" son 16 CANCIONES, 16 historias, ni más ni menos. ¿Quién da más?
 
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