La música es una expresión de emociones humanas, una manifestación de la capacidad creadora del ser humano que no debería estar nunca sujeta a limitaciones, a las absurdas barreras entre géneros musicales, sino centrada en una libertad creativa absoluta para experimentar con cualquier sonido, sin complejos de ningún tipo ni vergüenza, manos libres para desarrollar sin ataduras la creatividad. Ábranse de orejas señores, porque llega la revolución sonora de la mano del veterano grupo guipuzcoano Kudai en su quinto disco "VII", jugando con frecuencias, texturas y detalles de alta experimentalidad, para salirse un poco de su habitual línea de actuación y hacernos sentir que están ofreciendo algo distinto, nuevos bríos industriales que te harán latir el corazón como si estuvieses viviendo una revolución.
En esta nueva entrega el cuarteto continúa sus estudios de música constructiva, que nace a partir de un loop rítmico y crece a través de la densidad sonora provocada por guitarras potentes y atadas a ecos espaciales, bajos sub-sónicos y cambios de intensidad controlados y medidos, donde la voz tan sólo es un elemento más que juega en pro de un todo. Como todo buen jugador de póker, van mostrando sus cartas progresivamente sin obviar el factor sorpresa. Una colección de estructuras musicales complejas que vienen servidas sin ninguna etiqueta con la cita: Colorantes, conservantes o consumir preferentemente antes de...; a las cuales es prácticamente imposible encontrarlas algún aspecto negativo, encarnando, en unos textos cargados de ira, los principales vicios del hombre: Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia, soberbia, los siete espíritus infernales, ministros de los pecados capitales. Una vuelta de tuerca muy importante a su sonido, lejos de florituras exageradas y adornos recargados, manteniendo un buen esquema entre lo clásico y lo moderno, dándole especial importancia a la melodía y diferenciando de manera muy lógica las distintas partes de los temas, con unos estribillos y tonalidades realmente buenas junto a unas atmósferas sonoras que remiten a los rincones más oscuros del ser humano; como reflejan "Mammon", "Aamon" o "Asmodeus", dejando muestra de técnica suficiente para que fluya por nuestros oídos con fuerza; siendo incluso capaces de dar contrapuestas versiones de sí mismos.
Aunque sus temas tienen multitud de pinceladas y cada uno se torna independiente del resto, bajo un sonido identificativo, sus signos de identidad siguen presentes, abrir una línea de evolución del género realmente interesante, invitando a descubrir cada uno de sus recovecos. La capacidad de transmisión de la banda ha adquirido dimensiones superiores, una profundidad tan sorprendente como inesperada. Una sensación de difícil escapatoria, de estar avanzando por aguas bravas o luchando solos contra el mundo, el enfrentamiento con nuestros propios demonios.
Crudos resultan "Aamon" y "As Inferna", originando una sensación agonizante, sin poder encontrar una escapatoria. Pero también hay temas donde destacan mayores elaboraciones, como "Lucifer" o "Leviathan", plasmando un estilo suficientemente adornado, fuerza inventiva a cargo de sludges envolventes y una unión perfecta de crudeza instrumental y melodía, con unas guitarras que desprenden brillantes destellos.
Creo que no les falta nada salvo que el público sepa valorar su expansión y acabe enganchado a su forma de hacer las cosas, no cerrándose a las tendencias impuestas. El nivel musical mostrado sumado al deseo de querer llegar siempre un paso más adelante con su música son un buen recurso para conquistar a aquellos que valoran el esfuerzo de desarrollo desde una perspectiva interna. De nuevo, Kudai han dado indudablemente en el clavo
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