Que la escena rockera estatal pasa por un gran momento es algo innegable, ya que, a los nombres más consagrados de diferentes estilos, no hacen nada más que sumarse bandas no tan conocidas pero que poco a poco van consiguiendo ese reconocimiento, junto a grupos que están empezando y que son un soplo de aire fresco, además de asegurar el tan cacaraqueado relevo generacional.
El caso que nos ocupa es el Drunken Buddha, una banda asturiana que se forma hace 7 años por músicos experimentados de la zona de Gijón, con una propuesta cercana al Hard Rock más setentero y que está formada por Michael Arthur Lang a la voz, Mario Herrero a los teclados, Diego Riesgo a la guitarra, Javier Menéndez al bajo y José Manuel Martínez a la bateria, que son los que han grabado este disco debut de la formación llamado como la misma.
La sicodélica portada con la que se presenta este trabajo es obra del tatuador Yori Moriarty, siendo las fotografías de Osmow, mientras que la maquetación corrió a cargo de Fran Velasco, para un disco que ha sido grabado, mezclado y masterizado en noviembre del pasado año en el Magoo Studio a cargo de Juan Martínez, que también se encargó de la producción junto a la propia banda.
Este maravilloso trabajo consta de 8 temas que totalizan una duración de poco más de 36 minutos, iniciándose la obra con "Can`t hold your gaze", una pieza que arranca de manera intensa, con la guitarra metiendo mucha caña, bien arropada por los teclados que aparecen dando un aire realmente retro al sonido, con un cantante que se luce de entrada, mostrando mucha fuerza y personalidad, haciendo de este tema un corte muy pegadizo, con partes para el lucimiento de todos los músicos, especialmente con ese duelo entre guitarra y teclado que tan bien queda. Una delicia para los oídos y una buenísima toma de contacto con la banda.
De manera acertada el video adelanto de este disco, publicado a finales del pasado año, es "Medicine man", un tema muy pegadizo con, un estribillo muy acentuado y con una sección rítmica realmente intensa, mientras su vocalista juega con su variado registro vocal, completando una canción directa y donde su guitarrista, excepcional durante todo el trabajo, tiene su momento de lucidez, mientras la voz y los teclados se intercalan en la recta final, que termina de manera abrupta.
Más pesado y lento es el inicio de "Monster", un tema donde el bajo tiene un importante protagonismo en la primera parte, mientras su cantante parece susurrarte al oído, para luego, en la parte del estribillo, cantar con mucha fuerza y energía, siendo una pieza que cuenta con muchos detalles, aunque mantiene ese ritmo constante, pero siempre con muchos adornos y mostrando la gran técnica de sus integrantes, con un final en donde la banda parece querer llevarnos a otra dimensión. Muy bueno.
Uno de los corte que más me han gustado del disco es "Jester song", con ese guitarrero comienzo, perfectamente arropado por los teclados, donde las seis cuerdas parecen juguetear a aparecer y desaparecer, a la vez que la voz de Michael Arthur Lang tiene un protagonismo central, siendo una pieza que se te queda grabada rápidamente y que es una autentica maravilla, demostrando cómo se puede hacer buen Hard Rock desde la península y convirtiéndose en uno de esos temas que podría haber aparecido en alguno de esos millonarios discos de hace décadas. ¡Maravillosa!.
Y si la anterior canción era buena, "Coming home" no se queda a la zaga, siendo el teclado el que primero aparece dando ese aire misterioso, para luego estallar con esa batería y esa guitarra que nos dispara directamente en la cabeza, mientras la pieza va ganando fuerza, apareciendo la voz que dota de aun más fuerza al tema que juega con un amplio abanico de registros nuevamente, trayéndonos el mismo un gran solo de guitarra, además de una gran labor de la sección rítmica, realmente brillante, volviendo a cobrar protagonismo el teclado en la parte final en el que es el corte más intenso de todo el trabajo.
Tras la fuerza del tema anterior, "Lady Stardust", se inicia de manera más lenta, solamente rota esa tranquilidad por la potente voz principal que añade dramatismo a la canción, que siga avanzando con esa relativa quietud que precede a la tormenta que se desata hacia la mitad del mismo, primero con una potente batería, para luego seguir con un brillante solo de guitarra, ganando en velocidad e intensidad el corte hasta el final del mismo con otro maravilloso y genial solo de guitarra, terminando la pieza en todo lo más alto. Temazo.
Unas juguetonas guitarras dan entrada a "The rise of the monkey men", un tema bastante directo y en donde enseguida nos topamos con la voz, siendo un corte muy pegadizo y de los que te hacen mover la cabeza, por ese ritmo constante, roto por una nueva demostración de clase de su guitarra, para de nuevo retomar a ese sonido firme y que demuestra que la banda sabe hacer muy buenas canciones, que no sólo entren bien casi a la primera, sino que además saben darle ese toque maestro a cada composición.
Y el disco concluye con "Stranger & fools", que se inicia de manera muy contundente, con los teclados reclamando su parte de protagonismo junto a la guitarra, mientras nos seguimos deleitando con la voz de Michael Arthur Lang, con esa guitarra juguetona, ganando la canción en profundidad a la vez que Diego Riesgo sigue mostrando su enorme calidad, lo mismo que hará José Manuel Martínez con su batería, sin olvidar al resto de los músicos que van intensificando el corte en una autentica apoteosis final con el que acaba tanto el tema como el disco.
Increíble es la mejor definición para este primer trabajo de unos Drunken Buddha que han sacado un autentico discazo de Hard Rock puro, como ellos lo definen, bebiendo evidentemente de la saga Purple, pero aportando muchos matices y, sobre todo, haciendo grandísimas canciones, combinando una más que demostrada calidad con ese punto pegadizo que hace que los tema entren directamente en tu cabeza sin tener que recurrir a la simpleza ni renunciar a la excelencia.
Siempre es de agradecer que las bandas quieran alejarse de las modas imperantes, incluso dentro de escenas más minoritarias, como es ésta en nuestro estado, y adentrarse a hacer algo que es lo que realmente te sale de dentro y, si además lo haces con la calidad y la destreza que lo han hecho Drunken Buddha, no queda sino aplaudirles y alabar su calidad.
Drunken Buddha están empezando a despegar, primero habiendo recibido algunos premios en su Asturias natal y luego expandiendo su calidad por el resto de la península, donde ya se les empieza a reconocer y no me extraña cuando públicas un disco como este, que te maravillará si te gusta el Hard Rock más setentero.
29/05/2019 
Txutxy Cano 
