Van a cumplir 27 años desde que se juntaron por primera vez. Este es ya su décimo disco. Viene precedido por "El fin de la diplomacia", que dejó el listón altísimo. Y aún así, la banda castellonense tiene gasolina de sobra para volver a superarse a sí misma, con la vitalidad y frescura de un primer disco y la calidad y experiencia de un décimo. Malos Vicios presentó el pasado marzo "Grietas", diez cañonazos para brindar por su décimo disco, el más maduro hasta la fecha y uno de los mejores, sino el mejor.
 
Como nos tienen acostumbrados, combinan punk rock con toques más hardcore e incluso algún matiz más metalero por aquí o por allá. Son sinceros, no buscan cambiar su estilo a algo más popular que atraiga miles de fans nuevos, ni tampoco cambian el destino de sus letras. Sienten las injusticias, sienten la música, y así lo buscan transmitir. Desde sus primeros discos, la mejora en sus ritmos y en sus letras es una constante.
 
Con estribillos tremendamente atractivos, como el de "De acero y óxido", con trallazos rapidísimos como "Farmafia de guardia" (¡Qué maravilla de canción!) a otros algo más calmados, véase "La emboscada", pasando por una combinación de ambos en "La parada de los monstruos".

Crítica dura contra la justicia en un momento en el que la censura está de alza (caso muy reciente el sufrido por Josetxu Piperrak), contra la iglesia y contra la monarquía en "Mi día de furia", y otro disparo para la industria publicitaria y su necesidad de un único perfil aceptable por la sociedad en "Carne fresca". También se muestran muy empáticos con los que más sufren en estos momentos. Una emocionante "Marfil y porcelana" habla sobre las inmigraciones, muchas de ellas ilegales, y que muchas veces acaban en tragedias en el intento de cruzar el mar.
 
Musicalmente muy adictiva aparece "Incombustibles", con letra dedicada al amor de pareja, que no todo son temas negativos en esta vida. "Las horas muertas" me ha sorprendido por el uso en su estribillo de un efecto de eco más largo de lo que se suele escuchar, si bien está muy bien cuadrado y da un toque diferenciador a la canción.
 
"Jodido pero contento" cuenta con una melodía de los más animada, narrando con alegría las desgracias de una vida cotidiana. Cada uno es feliz con lo que quiere, como se dice en la canción: "Soy un feliz, soy un amargao, que nadie me quite la venda de los ojos". Nosotros somos felices con la entrega de este "Grietas", un discazo de principio a fin, muy maduro y muy potente, que nos abre un poquito más los ojos y nos libera la mente del estrés diario.
 
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