La valentía es un don que no todo el mundo tiene y que te hace seguir tu camino sean cuales sean las contras que te puedas encontrar y decidir dejar atrás una vida que no te gusta para adentrarte en una aventura que no siempre sale bien, en busca de tu felicidad; valientes son, en definitiva, todos aquellos que huyen de las guerras sin saber cual es el peaje que van a pagar en busca de un mundo mejor.
Los navarros Ingravitö también son valientes porque se han arriesgado a la hora de crear un disco temático, este "Mi nombre (no) se borrará" sobre las migraciones en este mundo en el que la xenofobia y el racismo van creciendo día a día alimentados por aquellos que temen en lo foráneo aquello que ni saben ni pueden hacer porque son unos cobardes; y lo han hecho contando con la colaboración de algunos refugiados que viven en Iruña y que reflejan de viva voz su propia experiencia.
Para quien no conozca a este grupo, decir que se trata de una banda con ya cuatro trabajos publicados, siendo su ópera prima "Diario de un susurro que grita" del 2014, con el que, por cierto, les vi en directo, "Desahuciando el miedo", un Ep publicado en 2016, "Sentirnos vivos por encima de nuestras posibilidades" del 2018 y este "Mi nombre (no) se borrará", publicado este 2020 y del que vamos a hablar y que incluye, además, un documental llamado "The game", grabado por Txus, miembro de la banda y que habla sobre la Ruta de los Balcanes
La formación de la banda está compuesta por Xabi a la voz, el citado Txus como voz y guitarra, Iñaki al bajo y Mikel a la batería, habiendo sido este trabajo grabado, mezclado y masterizado por Adrián Vallejo en los Estudios Musiikki, excepto "Stop Miseria" que fue mezclada" y masterizada por Álex Cappa, siendo el diseño del disco, muy logrado la verdad, obra de Santi Maritnez e Ingravitö.
Y vamos a contaros un poco de que va este disco, muy variado en lo musical, con canciones de diversas duraciones y estilos, alejándose en parte de su sonido más habitual y donde los músicos parecen hacer de nexo de unión entre las experiencias vividas por sus protagonistas y el oyente, configurando una obra que apenas supera los 16 minutos pero que pocas habrá hechas con más sentimiento y pasión, sin obviar la calidad.
Arrancamos este viaje con "Ze azkar ahazten duten", un tema para el que han contado con la colaboración de Marvin Palacios y Mikel Etxebeste, siendo una breve pieza de menos de un minutos, en la que, con el fondo de un tranquilo sonido de teclado que parece encenderse por momentos, nos relatan en euskera como la gente olvida lo que muchos tuvieron que hacer y es que todos tenemos derecho a una vida mejor.
Pasamos ahora a la historia de "Cheikhouna", un joven de Senegal que se buscaba la vida vendiendo calzoncillos, que fue detenido y al que intentaron expulsar, generándose un gran movimiento de solidaridad en el barrio de la Txantrea que paró dicha expulsión, siendo una canción que se inicia con unos sonidos casi tecno para luego lanzarse a toda velocidad con unas rápidas guitarras, perfectamente arropadas por una contundente sección rítmica, combinando voces limpias y agresivas, acelerándose aún más en los momentos previos a un estribillo que alterna castellano y euskera, después del cual la guitarra se queda en solitario para luego retomar esa agresividad que cuenta el tema, surgiendo después del segundo estribillo más sonido tecno acompañado por la voz más limpia, retomando luego todo la intensidad que la pieza tiene. Un puto himno de los de cantar puño en alto.
Sin apenas pausa con la anterior nos adentramos en "Somos el latido", con ese comienzo con cierto toque industrial, apareciendo las voces que se van alternando rapeando sobre un sonido muy contundente, lento y pesado, pero que se acelera con el pegadizo estribillo y ese sonido tecno que hace de transición hacia una parte en la que la canción se relaja brevemente para volver a aparecer esa parte rapeada y posteriormente el estribillo, que se repita hasta el final. Muy potente y cañera pero al mismo tiempo se te queda grabada rápidamente.
Pasamos ahora con otra breve pieza llamada "Tengo un sueño" en la que el refugiado iraquí Hasan Banisaad nos transmite con un rap y sin otro apoyo que su voz, cuales son sus metas en esta vida y que hay que luchar por conseguirlas, pese a las adversidades y las trabas que te encuentras en el camino, y es que, aunque se haya ido de su lugar de nacimiento por la pobreza, es su tierra y quiere volver cuando estén mejor las cosas y haya futuro allí.
El tema estrella del disco y el que a buen seguro acabará marcando un antes y después dentro de la carrera de la banda es "Mi nombre se borrará", con partes en suajili cantadas por Elisabeth, que es precisamente la que da inicio al corte, con un canto en dicha lengua, mientras los instrumentos van asomando lentamente, desapareciendo dicha voz y transcurriendo musicalmente relajada y con ciertos tientes tecno, contrastando las dos voces del grupo con la de Hasan que suena dándole un toque más rapeado, mientras la pieza se intensifica, surgiendo brevemente la voz de Elizabeth antes del estribillo, contundente y con todas las voces sonando, volviendo a relajarse con una letra realmente trabajada, repitiendo el citado esquema, para después del estribillo endurecerse aún más, encontrándonos con un parón, tras el que surge la voz femenina, con un sonido potente de fondo, mientras la canción concluye con un alegato en castellano y suajili. Una maravilla y con mucho sentimiento.
Y concluimos este trabajo con su homenaje a sus paisanos Flitter con ese "Stop Miseria" que daba nombre al segundo disco de la citada banda allá por 1994 y al que han dado un importante lavado de cara, con esa entrada electrónica acelerada que luego se metaliza, dando bastante caña, hasta que la voz limpia, sin perder esa intensidad, hace que la canción pierda las guitarras que luego se recuperan con las voz agresiva, para luego volver a relajarse mínimamente e ir acelerándose y coger mucha fuerza con ese ritmo casi bailable que tiene, manteniendo esa alternancia de sonidos y de voces, para, más adelante, encontrarnos con unos scratches, mientras la pieza se va ralentizando pero manteniendo toda su fuerza, volviendo a coger velocidad, combinando en la parte final esas partes metálicas y electrónicas. Maravillosa versión.
Y así, como un suspiro, se ha pasado este disco de unos Ingravitö que han sabido, primero hacer un buen puñado de canciones, variadas estilísticamente y dando a su sonido un abanico muy grande de estilos y, después, reflejar, bajo el prisma de sus protagonistas y de ellos mismos, el drama de la inmigración.
No es un disco fácil para aquellos que se quedan en un solo estilo o para quienes sólo buscan diversión en la música, pero para quienes vean más allá de su nariz, tanto musical como socialmente, es un trabajo que se hace muy corto porque te introduce de lleno en el citado drama y te hace enriquecerte musicalmente.
Creo que este "Mi nombre (no) se borrará" ha de llevar a la banda a mejores cotas de las obtenidas hasta ahora y es que estamos ante una obra que todo el mundo debería escuchar y también leer sus letras, por cierto traducidas al castellano para que no haya excusas, y que nos sirva de reflexión a todos.
Mis felicitaciones a la banda por esta iniciativa y por este gran álbum y es que hacen faltas más discos así para parar al racismo y a la xenofobia tan encubierta que intoxica nuestra sociedad y siempre hay que ponerse en el lugar del otro.