Otra de las cosas que destacaría de este “Víctimas del sueño americano” es que es un disco que se pasa en un suspiro y que juega con muchas intensidades, sin renunciar a vuestra seña de identidad y que tiene ese dulce final ¿Cómo lo habéis logrado y hasta que punto fue algo que buscabais?
Ese suspiro creo que es consecuencia de lo que te comentaba antes, la forma de elaboración del mismo. También es reflejo de lo que somos, de lo que nos gusta, vivir esto con mucha intensidad siempre al borde del escenario.
No buscábamos nada concreto, pero sí es cierto que en mitad del álbum hay dos temas que reposan un poco, coincidiendo con el final de la cara A y el principio de la cara B, contribuyendo al ritual que supone escuchar un vinilo.
El último tema, es un extra, estuvo a punto de quedar fuera y puede ser lo que más sorprenda al público, estoy que seguro que no dejará indiferente a nadie, para mal o para bien.
En relación con lo anterior, ¿Qué importancia tienen en vuestras canciones la música y la letra? ¿Anteponéis la una a la otra?
Creo que una de las señas de identidad de Desvariados son las letras, intentamos remover las ideas de quienes nos escuchan, que saquen alguna conclusión de lo que están oyendo. Me gusta que cada canción tenga su guión, son pequeñas películas. Pero no dejamos de lado la música, esta vez teníamos un objetivo muy claro, ser un tren que estalla contra tu cabeza, que te hace sacudir los huesos. Hay buena simbiosis entre ambas partes.
Teniendo presente como están las cosas con el dichoso coronavirus, ¿Cuáles son los planes que tiene la banda de aquí en adelante? ¿Retomareis las fechas suspendidas para el final de año?
En algún momento esperamos poder salir a tocar, presentar este disco y reencontrarnos con toda esa gente que nos espera, no sabemos cuando será, pero prepararos porque estamos acumulando demasiada energía [risas]
Repasando vuestras ya muchas actuaciones en vivo ¿Qué concierto recordáis con un cariño especial y por que?
Hemos tenido la suerte de vivir grandes noches, con artistas que admiramos, en grandes recintos… pero también nos encanta la magia de los pubs donde a veces pasan cosas muy especiales. Sin duda le tenemos un gran cariño a las dos veces que hemos tocado en el Kafé Antzokia de Bilbao, porque es un sitio mágico, porque íbamos con Burning, y porque allí la gente nos quiere una barbaridad, en ambas ocasiones hubo un feeling increíble.
-¿Algún sueño musical que todavía no se haya hecho realidad?
Muchos, algunos de ellos más sencillos de lo que imaginas, pero no vamos a darle demasiada importancia a los sueños, somos de vivir el día a día y disfrutar de lo que estamos consiguiendo.
¿Preferís las salas pequeñas o los festivales como músicos y como público?
No podría elegir, unas y otras se complementan. Los grandes festivales son un escaparate perfecto, nos sirven de altavoz para que el público se fije en nosotros, el ambiente normalmente es genial, grandes escenarios… pero las salas también tienen algo muy especial, nos encanta la cercanía con el público, la verdad que hay en todo ello, en sitios pequeños creo que hemos vivido las noches más salvajes.
Como público sin duda prefiero una sala a un festival, pero simplemente porque puedes exprimir mucho más lo que estás viendo.
Actualmente, ¿hay suficientes locales para poder tocar? ¿Os gustaría tocar fuera del estado o bien os centráis en afianzaros dentro de nuestro territorio?
Locales para tocar si que hay, todas las ciudades tienen salas de diferentes aforos en las que acudir a conciertos y otros eventos. De momento no nos hemos planteado nada fuera, pero quien sabe, si un día suena el teléfono nosotros estaríamos encantados. |