Clutch regresaron a España para presentar su último y excelente trabajo, “Sunrise On Slaughter Beach” y la madrileña sala La Riviera los recibió un frío martes mundialista, lo que hizo mella en la afluencia. Con algo más de media entrada, un público más cercano a los cincuenta que a los treinta recibió con entusiasmo a los norteamericanos, que arrancaron con “Passive Restraints” y dieron inicio a hora y media de rock robusto y correoso.
Clutch es una banda singular, no sólo porque llevan toda su carrera, es decir, más de treinta años, sin cambiar de formación, si no porque su propuesta escénica, siendo mínima, es absolutamente hipnótica. Sus músicos no destacan ni por su actitud ni por su estética. Cualquiera de ellos pasaría sin problemas por tu vecino del tercero. Tim Sult no sólo no se mueve un ápice en todo el concierto, si no que ni siquiera mira al público, sus ojos siempre están fijos en su guitarra. Dan Maines es un auténtico portento capaz de rellenar con las florituras de su bajo hasta el último de los huecos (pocos) que deja el guitarrista, pero parece inmune al calor del público. [ crónica ]