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En la última década, todos hemos visto alguna vez imágenes de distintos programas televisivos con formato musical. Todo empezó con la primera edición de OT hasta llegar al último, La Voz, del que formé parte en la pasada edición.
Mi interés por este tipo de concursos siempre ha sido poco. Nunca he creido que ningún jurado, sea o no de expertos, pueda valorar en pocas audiciones si se tiene o no capacidad para dedicarse a la música. A pesar de eso, quizá por insistencia o porque vi algo diferente en este formato, me animaron a probar suerte. Una mecánica distinta, con música real y no de karaoke, y donde en teorÃa la imagen poco importaba, acabaron de convencerme. Y no sólo entré: para mi sorpresa llegué al final. [ rumiación ] |