Todo final lleva la semilla de un comienzo. Aún continúan lo ecos del 17 de diciembre en mi cabeza y en la de muchos. Siguen regando esa parte del hemisferio izquierdo donde el cerebro encierra los recuerdos. Nos dijeron no guardéis nunca nubes en el armario y quien más quien menos encerró allí sus nubes particulares, que con los años se tornaron tormentas de un regreso que no cuajaba. Hoy sabemos que esas tormentas eran imaginarias. Nos dejaron vivir veinte largos años con el fantasma de su soledad, nos abandonaron entre doce canciones sin piedad, nos dejaron deseo y fuego. Nos dijeron que había un barco en nuestra cabeza que naufragaba siempre al despertar. Hoy sabemos que el barco flota de nuevo, será quizá porque no sabemos distinguir realidad de sueño. [ crónica ]
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