El verano pasado en mi tierra, Cantabria, asistí al Santander Music motivada por la curiosidad, y también por la necesidad de vivir nuevas experiencias y emociones. De ese festival saqué dos lecciones fundamentales: La primera fue que la música cuando está bien hecha te acaba gustando, aunque no la consumas vorazmente, y la segunda cosa que aprendí es que todavía me quedaba mucho camino por recorrer. En aquel momento fui consciente de que estaba empezando una nueva aventura, metiéndome en un buen berenjenal, dando los primeros pasos en ese estilo comúnmente denominado “indie”. [ crónica ]
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