Cada visita al Estadi OlÃmpic es un motivo de emoción. Es el centro de la diana de las grandes citas del rock en Barcelona. Un lugar lleno de magia donde uno sufre transformaciones personales, en mi caso en pelota de ping-pong. Es la metamorfosis que suelo sufrir, de cola en cola, hasta que se presenta ante mà la puerta con el número que da acceso a la expectación. [ crónica ]