Da gusto cuando te encuentras con una artista cuya única intención es que su público se divierta. Bette Smith salió al escenario del Getxo Blues como un huracán. Embutida en un mono plateado, dos brillantes boas al cuello, botas de plataforma blanca y enorme pelucón a lo afro, el primer contacto con la cantante de Brooklyn es impactante. Con un subidón más propio del final que del principio de un concierto, Smith lanzó, nada más aparecer en escena, caramelos, flores y todo lo que tenía a su alcance. [ crónica ]