Hay conciertos que emocionan, que hieren, que remueven, que arrancan demonios. Hay conciertos capaces de hacerte sentir todo, siendo nada. Sin puestas en escena gigantes, sin confetis, sin adornos. Sencillamente, hay conciertos en acústico en los que el silencio predomina, en los que la piel se te eriza desde la primera nota y las lágrimas se te acumulan en los ojos desde el primer tema. Hay pocos conciertos como los de María Arnal i Marcel Bagés. [ crónica ]
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