Una hora antes de la apertura de la Joy Eslava, mientras los enormes porteros se incorporaban a sus puestos de trabajo, la cola para entrar a la discoteca se adentraba en la humedad oscura del viejo Pasadizo de San Ginés hasta perder de vista los gestos de los últimos creyentes. Jueves 22 de noviembre de 2018. Día laborable. Pero es que L.A. se despedían de Madrid y de los escenarios para la eternidad. Una verdad que hizo que la sala se llenase hasta la última de sus tres plantas. Y que ni el fantasma de Luis Antón de Olmet, aquel dramaturgo asesinado a quemarropa en 1923 en el Teatro Eslava, pudiera encontrar un hueco entre los que allí asistieron para despedir a los mallorquines. [ crónica ]