El magnetismo que algunos artistas pueden transmitirte cuando están sobre el escenario, puede ser brutal. O puede que jamás logren trasmitirte nada, dejándote de esa manera, totalmente frío e indiferente. Puede que, precisamente ahí, radique la mayor dificultad del trabajo como músico. Ese poder, al final, solo te lo da una cosa: el trabajo y las tablas. Y eso es lo que justo consiguen Repion, cuando apenas ha sonado el primer acorde. Imposible apartar la mirada de ellos. Imposible no cantar sus canciones. Imposible no meterte en los pogos. [ crónica ]