Hay algunas despedidas que escuecen, que duelen. Como si se trataran de heridas abiertas que jamás han llegado a cicatrizar. Y, para bien o para mal, en el último año, en esto de la música, hemos sufrido varias despedidas. Probablemente, la última de ellas fuera la de Berri Txarrak: 25 años en activo les han valido para hacerse un precioso hueco en las mentes y los corazones de más de uno, incluso en el de las personas que, como yo, los hemos descubierto demasiado tarde. Fuera como fuere, todos estos motivos son suficientes para conseguir que esta gira de despedida sea más especial de lo que aún esperábamos. [ crónica ]
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