El azar a veces es caprichoso, y esta vez quiso que el primer concierto de gran formato que se suspendió en Valladolid a causa de la odiada pandemia fuera el que se realizara tras ella en primer lugar. Esta vez sí, con el público en pie, la pista disponible para marcarse un “bailable”, barras abiertas, las odiadas mascarillas (con diferentes alturas sobre/bajo la nariz) y una pequeña restricción de aforo. En fin, lo que llaman “nueva normalidad”.
Probablemente de todo esto lo más “normal” fuera volver a contar con Amaral en los escenarios pucelanos. Una cita a la que no ha fallado en ninguna de sus giras en sus cerca de 25 años de trayectoria, propiciado por la fuerte vinculación de la banda con la ciudad, ya que eran habituales del circuito de salas y bares de pequeño aforo allá por sus inicios. [ crónica ]