Pasados unos minutos de la hora prevista, daba comienzo el primero de los conciertos que el cantautor catalán protagonizaría en la ciudad hispalense en la denominada Gira de despedida, saliendo al escenario tras unos segundos en los que los músicos ya entonaban los coros del primer tema de la noche: “Dale que dale”. El tema perteneciente a su álbum “Hijo de la luz y de la sombra”, inspirado en los versos del poeta del pueblo, Miguel Hernández, fue el inicio de un repertorio con el que deleitó al público allí presente, gracias a un recorrido por su larga trayectoria musical en el que no faltaron sus grandes éxitos.
El recinto taurino fue testigo del buen hacer de Joan Manuel, de su humildad y sencillez a la hora de subirse a un escenario, de la buena conciencia y de la cordura que durante toda su carrera le han acompañado. Cabe destacar que la Plaza de Toros lucía esplendida. Mientras que esperábamos el inicio del concierto nos llamó la atención como cuatro personas se encargaban de ir encendiendo, en las gradas laterales más cercanas al escenario y vacías de público, de forma pausada, unas velas colocadas en las mismas para hacer si cabe más mágico el enclave. De nuevo, la sencillez. [ crónica ]