Borja Triviño, colaborador de la web musical Insonoro –la cual desconocía hasta ahora- me pidió el pasado mes de octubre que escribiese una reflexión sobre música y discapacidad.
Llevo diez años al frente de un proyecto de música y discapacidad en el Centro San Xerome de A Guarda: una banda de rock en la que, de sus siete integrantes, cinco tienen diagnosticada una discapacidad intelectual. Los otros dos, en principio parece ser que no la tenemos.
Antes de empezar, me gustaría aclarar que Borja no le está pidiendo una reflexión a un psicólogo, ni a un pedagogo… ni siquiera a un musicoterapeuta; yo soy un chófer, soy conductor, recientemente ascendido a coordinador del transporte del Centro de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual San Xerome de A Guarda. Además de eso, también soy músico autodidacta desde hace más de veinte años. La música es mi pasión. Estoy embarcado en este proyecto porque algunas personas confiaron -y siguen confiando- en mis capacidades para llevarlo adelante. Como veis, irónicamente, sobre capacidades va el tema.
No esperéis un rollo teórico sobre los beneficios terapéuticos que aporta la música en personas con discapacidad y bla bla…. eso lo puedes sacar perfectamente de internet, yo nunca fui de teoría. Yo de eso no tengo ni puta idea, sólo puedo contar mi experiencia personal, y para hacer eso necesito primero contar cómo llegué hasta aquí: me resulta imposible contar la historia de XeRock sin contar la mía propia.
En el año 1999 yo daba tumbos adolescentes; ni estudios, ni curro, ni expectativas de futuro. Mi viejo llevaba una pequeña empresa familiar de transporte, y trabajaba haciendo el servicio de recogida de l@s usuari@s del Centro desde los principios de la Asociación, allá por los 80. A pesar de que mis padres trabajaban en un Centro de estas características, yo apenas había tenido “contacto” con la discapacidad. Un día, a principios del año 2000, por circunstancias de la vida, me vi sentado al volante de una Ford Transit haciendo la ruta de mi viejo… y hasta hoy.
A partir de ahí me fui vinculando más al Centro y a sus actividades. Un día me presentaron a Generoso, un tipo muy majo que apenas se tenía en pie, que llevaba audífonos y gafas de super-aumento, al que le apasionaba la batería. Lo siguiente fue llevar mis cacharros al Cole. Monté la batería, el bajo, la guitarra y preparamos una canción para un certamen de villancicos (todos tenemos oscuros comienzos).
Y así empezó todo… A día de hoy ya llevamos dos discos, un centenar de conciertos por toda España, un documental, premios… Sobra decir, que ese fue el último villancico que tocamos, hacemos música rock, también en actitud. Lo que me propuse fue crear una base sencilla y “agradecida” para que nos resultase fácil sonar bien, compacto, sólido.
Gene es perfectamente capaz de mantener un ritmo constante: una base sencilla pero contundente -” como AC/DC!!”, pensé-. Tiene esquemas musicales en la cabeza, entiende los breaks, las subidas y bajadas de intensidad, los estribillos, los finales… Después de tantos años tocando juntos, nos entendemos casi telepáticamente. Hasta tal punto, que dependiendo de cómo le toque con mi mano, o en qué lugar de su brazo, ya entiende lo que quiero decirle.
O por ejemplo Vanesa; comprende y asume el bajo como la base de la canción. Cuando estamos tocando, sólo necesito una palabra, un guiño o una negación con la cabeza para darle a entender el cambio, corregir una nota, etc.
En 2006 formamos XeRock Percusión, un grupo de percusión en el que participan alrededor de 15 usuari@s del Centro. Nos llevó varios años consolidar la formación, decidir el instrumento de cada uno…
Óscar por ejemplo. Óscar a veces se puede mostrar un poco ausente. Le puse en el teclado por su carácter tranquilo, y le coloqué pegatinas en las teclas que debía pulsar, pero no funcionó. Un día agarró una baqueta y le dio una hostia a un platillo que había por ahí en el momento justo... y nos quedamos boquiabiertos. Le añadimos una cortina y desde entonces se desenvuelve perfectamente marcando los breaks con el plato y haciendo las atmósferas con la cortina.
Después apareció Luisa, una tía rock and roll de pies a cabeza: digas lo que le digas hace lo que le da la gana… a excepción de cuando está tocando el teclado. El primer día entendió que el silbato significa “parar”, y cuando suena, lo hace.
Y así una historia diferente con cada uno de ellos, Laure, Fabio, Isaac… fue un camino muy divertido explorando nuestras capacidades. De hecho, creo que lo fundamental tanto en XeRock como en XeRock Percusión es que descubrimos de lo que somos capaces y nos movemos siempre por ahí, en el terreno de nuestras CAPACIDADES.